La vida en el convento de la Custodia de Tierra Santa en Buenos Aires | Custodia Terrae Sanctae

La vida en el convento de la Custodia de Tierra Santa en Buenos Aires

El primer testimonio de los franciscanos en Argentina data de 1692. Desde entonces, los franciscanos nunca han dejado de ser un punto de referencia para la población local, tal como lo es hoy Fray Rafael Sube Jiménez. Responsable del convento de la Custodia de Tierra Santa en Buenos Aires, comisario de Tierra Santa, además de representante legal del Instituto Tierra Santa, fray Rafael dedica gran parte de su tiempo a los demás. La particularidad del convento de Buenos Aires es que forma parte de la Custodia de Tierra Santa, aunque esté situado en un territorio fuera del de la misión en Oriente Medio.

Lejos ya los días de celebración durante la visita oficial a Argentina del custodio fray Francesco Patton en noviembre, la vida cotidiana continua con sus habituales ritmos y dificultades. «En Argentina el problema de la gente es que vive una vida muy superficial, poco profunda – explica el comisario de Buenos Aires. Y además se vive en un ambiente de violencia, hay muchas confrontaciones verbales, protestas de la Iglesia, contaminación del entorno social. Este es un problema que debemos resolver educando a los niños en un ambiente de armonía en nuestra escuela». Habla del Instituto Tierra Santa, la escuela de la Custodia que cuenta actualmente con 800 alumnos entre los 3 y los 18 años, y 170 miembros del personal.

La vida de fray Rafael comienza temprano por la mañana. «La jornada empieza con la oración, el desayuno y después voy a la oficina de la Comisaría – explica el fraile - . Paso también por la escuela y después, a veces, vuelvo al convento porque hay gente que me pide confesarse o porque necesita que la escuchen». La suya es una obra al servicio de la Iglesia de 360º, que le mantiene activo en el diálogo con los obispos o con las personas que quieren hacer donativos para los lugares santos. «Un trabajo exigente es también estar en la escuela, ayudar a los chicos, hablar con los docentes – continúa fray Rafael. Algunos me buscan también para visitar enfermos, porque estamos cerca de un hospital y hace falta alguien que bendiga a los muertos». El corazón de su misión, sin embargo, sigue siendo uno: «Para mí lo más importante es hacer conocer y amar la Tierra Santa», cuenta el fraile. Entre sus tareas se encuentra, de hecho, la propia de comisario que sirve de puente entre los santos lugares y su país. ¿Por qué viajar a Tierra Santa? Según fray Rafael «para conocer nuestros orígenes, en primer lugar, y también porque la Tierra Santa cambia el corazón, cambia la vida, refuerza nuestra fe. Es lo que se llama la “gracia de los santos lugares”, no se puede explicar. Solo se puede vivir».

En la hermandad franciscana de Buenos Aires los frailes actualmente son cinco, después de que el capítulo custodial decidiera aumentar su número para facilitar el desarrollo de las tareas cotidianas. Proceden de cuatro naciones diferentes: México, Brasil, Argentina y Chile. El Instituto Tierra Santa es una parte importante de la obra de formación sostenida por los franciscanos. Aunque fray Rafael es su representante legal, la escuela de la Custodia de Tierra Santa es gestionada sobre todo por laicos pero con el apoyo de los frailes. «Cuando llegué a Buenos Aires, mi primera impresión fue que en la escuela todo estaba tranquilo – explica fray Rafael -. Siete, ocho meses después, descubrí que había grandes problemas: administrativos, económicos. Durante estos años he trabajado mucho. Han sido años difíciles pero también la intervención del ex Custodio Pierbattista Pizzaballa resultó muy útil: ha venido aquí muchas veces durante su mandato». El compromiso de los franciscanos se reconoce en la construcción de un ambiente de fraternidad, de armonía, de ayuda a los necesitados, en algunos casos cubriendo incluso el coste de sus estudios.

El convento de la Custodia de Buenos Aires ha sido también casa de acogida de las vocaciones franciscanas de toda Sudamérica. El Custodio de Tierra Santa, en su última visita, dijo que esperaba que en este momento se impulsen también las vocaciones. ¿Cómo hacerlo, entonces? Fray Rafael ya sabe de dónde partir: «Debemos intentar ser auténticos, porque no podemos mostrar a los jóvenes una vida que no es real. Los chicos buscan una vida tranquila, una vocación, una misión, buscan un modo de vivir. Y cuando ven que tú eres amable, respetuoso con ellos, sabes bromear con ellos en el momento oportuno, se acercan y te preguntan por qué eres así. San Francisco decía que nuestra predicación debe ser nuestra vida».

Estar al servicio de la Iglesia en Argentina desde hace años significa haberse cruzado en el camino con José María Bergoglio, cuando aún se encontraba en Buenos Aires. «Fue bonito conocer a un cardenal como él – recuerda con alegría fray Rafael -. El primer contacto que tuve con él fue por teléfono: llamé a su oficina para saber si había posibilidad de concertar una cita. Dejé mi número de móvil a la secretaria y veinte minutos después recibí una llamada. “¿Tú eres el mejicano que acaba de llegar? Soy Bergoglio”, me dijo». Era 2007 y la primera vez que fray Rafael se reunía con el futuro Papa Francisco. El entonces cardenal, tras pedirle a él que escogiera día y hora para el encuentro, bajó para abrirle la puerta y acompañarlo hasta su estudio. «Era muy entrañable y eso no es muy común entre los cardenales. Desde que es Papa no nos hemos reunido todavía, pero es la misma persona solo que vestida de blanco. Es una persona verdaderamente auténtica».


Beatrice Guarrera


Buenos Aires recibe la visita del Custodio de Tierra Santa