Legan desde Palermo las vidrieras de la nueva capilla del «Cenacolino» | Custodia Terrae Sanctae

Legan desde Palermo las vidrieras de la nueva capilla del «Cenacolino»

«Vidriera» es la palabra que usa, por comodidad, pero el profesor Michele Canzoneri prefiere la expresión «escultura transparente». Junto a fray Enrique Bermejo, guardián del convento de «San Francisco junto al Cenáculo» (más conocido como «Cenacolino»), espera el camión que, procedente de Palermo, debe entregarles las siete esculturas destinadas a la nueva capilla. La alegría del profesor Canzoneri por la idea de proceder a la instalación en los próximos días está un poco atenuada por la inquietud. «¿Habrán hecho un buen viaje?», se pregunta, manifestando así su preocupación por el posible riesgo de daños.

En la capilla, en la que los trabajadores se esfuerzan por terminar los últimos preparativos, el rostro del profesor se ilumina cuando habla de su trabajo. «Es la primera vez que tengo ocasión de concebir una capilla en toda su integridad: desde el color de los muros a las vidrieras, pero también el altar y el ambón». Estos dos últimos elementos se están realizando en Belén bajo la guía del profesor.

Artista abstracto, Michele Canzoneri ha trabajado en todas sus obras codo con codo junto a fray Enrique y Mons. Crispino Valenziano, teólogo. El profesor explica: «Personalmente, no puede crear nada sin la ayuda de un teólogo». Nos muestra las jambas preparadas para acoger las vidrieras y se detiene en la del ábside, tras el altar. Desde allí se ve el techo del Cenáculo. «Esta vidriera dejará pasar la luz, respirar la luz de Jerusalén como si fuera un “libro abierto”». Mirando la capilla, le parece ya entrever los juegos de luces que crearán estas esculturas. «Es la última vez que consagraré mi obra a la liturgia, porque para mí Jerusalén es un punto de llegada». A la pregunta sobre el simbolismo y el recorrido teológico de las vidrieras, responde: «Una iglesia no es una galería de arte». Retomando las palabras que escuchó un día comentando su trabajo, añade: «No entiendo nada, pero sé que precisamente por estar allí, rezo mejor».

El acabado de la capilla durará todavía un mes. Pero la capilla no es lo único que falta. El pequeño jardín anterior al convento está también en obras. De hecho, el profesor Canzoneri ha querido que sea como un recorrido procesional; así, ha sido necesario rediseñar el jardín, una reestructuración confiada a Rossella Leone, mujer de Michele Canzoneri, también ella de Palermo.

Desde la puerta de entrada del convento a la puerta de la nueva capilla, Rossella describe las curvas diseñadas en el suelo por los pequeños muros de piedras blancas. «Hemos hecho una especie de laberinto abierto entre el claustro y el “hortus conclusus” (huerto cerrado). En el centro de esta “coma”, un monumento de piedra pulida servirá de espejo para el sol y la luna. Los grupos podrán detenerse en el jardín para meditar o escuchar las explicaciones del guía».

Rossella no esconde su emoción por haber podido trabajar en Jerusalén, un trabajo que, según ella, requiere «fuerza, simplicidad y calidad en los materiales» y que se concibe «para siempre». Un «para siempre» que resuena aún más porque Rossella ha sido seducida por Jerusalén. «Se ha convertido en mi ciudad, todavía más que Palermo. La ciudad de mis orígenes». Y poder aumentar la belleza de la ciudad le encanta. Con Canzoneri, han querido con su obra permitir al peregrino ir a lo esencial: salir del caos del mundo para ir al encuentro de aquel que es la Luz del mundo. «Hay que dar las gracias –añade Rossella- al custodio, padre Pizzaballa, y a fray Enrique por su intención de seguir el camino trazado por tantos religiosos, proporcionando los medios para acceder a la belleza».

Fray Enrique ha explicado que el objetivo de la Custodia es, en primer lugar, servir mejor a los peregrinos. «Son numerosos los grupos que nos piden celebrar la eucaristía en el Cenáculo, lugar donde fue instituida. Cuando hemos tenido que renovar el convento porque era necesario, hemos reorganizado la planta baja para agrandar la capilla existente, que no ofrecía las mejores condiciones para acoger a los grupos, sobre todo en verano». En este lugar en el que se conmemora la institución de la Eucaristía y la efusión del Espíritu Santo, se ha querido crear también un espacio que invite a todos a la oración.
Cuando concluyan los trabajos, el sitio de la Custodia se complacerá en presentar las imágenes de este lugar a sus lectores.