Desde el comienzo del Adviento hasta la semana anterior a la Navidad, las parroquias -una después de otra- han ido iluminando los árboles de Navidad. Igual han hecho las parroquias a cargo de de la Custodia.
El jueves 3 de diciembre se inauguró la primera iluminación de los árboles navideños: la de la iglesia parroquial de San Salvador. Después de que fray Firás Hiyazin, el párroco, acompañara a los fieles en la oración y diera algunas explicaciones sobre las tradiciones ligadas a la fiesta de santa Bárbara, celebrada ese mismo día, la asamblea salió para reunirse en la escalinata de la iglesia, mientras el custodio esperaba ya bajo los arcos de entrada al convento.
Fue el mismo custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, quien encendió el árbol, acompañado por el párroco y el director de la escuela Terra Sancta de Jerusalén, fray Ramzi Sidawi. Había tantos niños que la pequeña puerta de entrada estaba bloqueada; pero estos escuchaban atentamente las palabras de fray Firás: «Antes que el árbol, es necesario iluminar los corazones y preparar el pesebre». Después, tras un 'clic', el custodio ha iluminado el árbol, distribuyendo chocolatinas a la alegre asamblea. Los exploradores se han unido después a la fiesta, que ha continuado en los locales de la parroquia, donde la asamblea ha podido degustar la «búrbara», dulce típico, y visitar el mercadillo navideño.
El sábado 5 de diciembre le tocó el turno a Belén donde, a pesar de la muchedumbre, la iluminación del árbol se ha celebrado con sobriedad. La plaza del Pesebre estaba llenísima de gente, a pesar del frío aire invernal, pero la moral estaba baja. Se sucedieron los discursos y los testimonios en vídeo. La cuenta atrás, en las pantallas gigantes, despertó a la gente y empezaron las fotografías. A las 19.30 se iluminó y las campanas de la basílica de la Natividad empezaron a repicar.
El jueves 10 de diciembre se iluminó el árbol de Beit Hanina, en la parroquia de Santiago, al norte de Jerusalén. La ceremonia estuvo precedida por una misa, presidida por el custodio de Tierra Santa y con la presencia de los sacerdotes árabes fray Ramzi y fray Firás, párroco de la parroquia de la que Beit Hanina es sucursal. Sirvió también de ocasión para bendecir el nuevo crucifijo de madera y las vidrieras. Con este motivo, fray Haizam Yalda, vicario de Santiago, ofreció un regalo al custodio en nombre de la parroquia. Luego, toda la asamblea se dirigió al exterior, donde esperaba un gran número de parroquianos. El árbol estaba preparado, mientras un técnico terminaba con los últimos retoques. La iluminación ha estado precedida de discursos y canciones. Numerosos jóvenes charlaban en grupos y sus conversaciones eran interrumpidas por «selfies». «Todos los años, mucha gente viene de Jerusalén y sus alrededores para asistir a la iluminación del árbol. Es también una ocasión para encontrarse», explica Tayma, una chica de largos cabellos rizados. «Yo, por ejemplo, vengo de Jerusalén porque aquí hay una hermosa atmósfera», añade Mayd. Tras el encendido todos se han dirigido a un gran mercadillo, muy organizado, en los salones que hay bajo la Iglesia.
El árbol del colegio de los frailes esperaba nervioso su turno. Situado en la Puerta Nueva, ha acogido con los brazos abiertos a los fieles. Proyectores de todos los colores coloreaban las bolas que colgaban desde los pies del árbol y del gran belén, totalmente nuevo este año. Entre exploradores, los papás Noel, campanas, canciones y globos de colores, los niños y los seminaristas no sabían a dónde mirar. Las guirnaldas que adornan las calles han iluminado el barrio. El encendido de este árbol es como la fiesta del barrio cristiano de la ciudad vieja de Jerusalén. Además, también están presentes los cristianos de todas las denominaciones, y a su cabeza los jefes de sus Iglesias para dar también ellos la bendición común a este acontecimiento.
Después de los fuegos artificiales, los religiosos se han dirigido hacia el centro Notre Dame, al otro lado de la calle. En el salón de conferencias han asistido a un espectáculo organizado para los niños.
El domingo 20 de diciembre le tocará el turno al árbol de Navidad de un oasis, donde se encuentra una pequeña parroquia franciscana. ¿Adivináis?... ¡en Jericó!
Será necesario después esperar, todavía más intensamente, a Aquel que da sentido a todas estas celebraciones: el Mesías que viene.