Jerusalén, 16 de febrero de 2011
A las 16:00 h., en la Universidad Hebrea de Jerusalén, María Voce, a quien los focolares llaman Emaús, ha celebrado una conferencia-encuentro bajo el lema "El papel del Diálogo en la promoción de la Paz". El encuentro ha sido organizado por el Truman Institute y el Study Center for Christianity, coordinado por la Dra. Manuela Consonni, de la Universidad de Jerusalén.
Entre las distintas personalidades que han intervenido destacan: el rabino David Rosen, consejero del Gran Rabinato de Israel y director de asuntos interreligiosos del American Jewish Committee; la Sra. Debbie Weissmann, presidenta de la ICCJ; el arzobispo Mons. Antonio Franco, Nuncio apostólico para Israel y Chipre y Delegrado apostólico para Jerusalén y Palestina; Su Emcia. Mons. Giacinto-Boulos Marcuzzo, obispo titular de Emaús, obispo auxiliar de Jerusalén de los latinos y Vicario patriarcal de Jerusalén para los latinos de Israel.
El encuentro ha contado con una afluencia bastante heterogénea de oyentes interesados en el diálogo por la paz pertenecientes a las distintas realidades presentes en Tierra Santa.
María Voce ha empezado su discurso dando las gracias a quienes han hecho posible este encuentro, a los participantes y a la Dra. Consonni, por su detallada presentación. La primera parte de la conferencia se ha centrado en explicar las experiencias que han llevado a la fundadora de los focolares, Chiara Lubich, y a todo el movimiento a buscar y creer en el diálogo como instrumento de paz.
Es cierto que la perspectiva cristiana del mundo influye, y no poco, en el valor del diálogo para los focolares, pero la intervención de la presidenta ha puesto el acento en las experiencias de vida, más que en especulaciones teológicas, aportando ejemplos de metodologías aplicadas que no deben confundirse con un fideísmo (orientación filosófica que propugna la prioridad de la fe respecto de la razón) basado en un amor que no se apoya en el sentido práctico de la vida del hombre.
La Dra. Voce ha contado las experiencias de Chiara Lubich que le hicieron constatar que la humanidad es "un Adán enllagado" que necesita curación y que atrajeron su atención particularmente hacia la salvación de la humanidad para que, como en el carisma focolar, "todos sean una misma cosa" (Jn 17,21). La fundadora intuyó de esta forma la necesidad de redescubrir la naturaleza dialógica del hombre empezando por la escucha del prójimo.
"Una querida persona, antes de que diéramos inicio al encuentro, me ha hecho notar cómo el buen Dios nos ha dado dos orejas y una sola boca, quizá para que aprendamos a escuchar el doble y a hablar la mitad". Sigue diciendo María Voce: "Si no escuchamos al prójimo será imposible el diálogo... la escucha nace del silencio". Este silencio y escucha son el fundamento del diálogo que el movimiento focolar lleva adelante no sólo dentro del cristianismo sino incluso con otras confesiones, hasta convertirlo en un estilo de relación también con los no creyentes. Esta es la propuesta concreta que los focolares presentan ante la "noche cultural" que envuelve a gran parte de la humanidad hoy en día.
Citando el Talmud, María Voce recordaba las palagras del gran Hillel: "No hagas al prójimo lo que no quieras que te hagan a ti. Esta es toda la Torá, el resto es su comentario. Vete y estudia". Chiara Lubich propuso esta "regla de oro" poniéndola en positivo: "Haz a los demás lo que querrías que te hicieran a ti". Cada persona necesita ser amada, por tanto la única cosa que hay que hacer es amar con aquel amor que se convierte en escucha y diálogo.
La presidenta ha admitido que esta metodología es de difícil aplicación, sobre todo en contextos difíciles donde los gritos del dolor y la violencia no permiten escuchar al prójimo, pero la esperanza es una de las más grandes virtudes que se encuentra si se busca y se quiere con determinación.
Un debate vivaz y cordial después de la charla ha subrayado cómo, también en la sala y no sólo en el mundo, existe una fe real en la bondad del hombre. ¿Cómo aplicar todos estos conceptos basados en el amor a quien no cree? Que se hable de amor entre las religiones es, en suma, bastante difícil. Todos creemos que somos criaturas de Dios, pero ¿para quien no lo crea? ¿Y cómo crear un diálogo y ponerse a la escucha si no hay un reconocimiento de la propia culpa, un reconocimiento del error? Con el término amor se dicen tantas cosas, ¿pero cómo hacerlas eficaces de forma concreta? El muro es una realidad que está presente en Tierra Santa y divide. ¿Cómo entrar en diálogo con esta división? Jesús, que era amor, no dudó en tomar el látigo para expulsar a los mercaderes del templo, ¿no sucede a veces que, en nombre del amor, se interrumpe el diálogo inútil para no resultar ridículos y que alguien saque ventaja de ello?
Estas son algunas de las preguntas que se plantearon en la discusión. María Voce recordó que el amor, sin actos concretos, no es amor. El amor es una exigencia del hombre que va más allá de su credo, es una necesidad primaria. Sobre todo los jóvenes pueden ser los factores de una nueva era: "Los jóvenes no son el futuro, son el presente... ya están construyendo, confiemos en ellos".
María Voce ha afirmado que el diálogo y el amor no pueden existir en situaciones de sufrimiento si antes no se reconocen las errores propios, las culpas propias. El muro además es una triste realidad, pero hay que poner atención también a los muros que no permiten el diálogo y que el hombre se construye a sí mismo. "Es verdad que Jesús entró en el templo con el látigo para expulsar a los vendedores que profanaban el Templo, pero es también verdad que murió poco después por los mismos vendedores". María Voce ha seguido recordando las palabras de Chiara Lubich: "Yo afirmo al prójimo negándome". Jesús lo hizo hasta el extremo, hasta la Cruz. La pregunta que cada uno de los asistentes al encuentro se ha llevado a casa es: "¿Estoy yo dispuesto a afirmar al prójimo negándome a mí mismo hasta morir por él?"
Al final, a pesar de que el diálogo ha intentado desenvolverse en un terreno racionalista, el escándalo del Evangelio ha surgido con toda su absurdidad para el mundo.
Este encuentro ha hecho surgir la necesidad de que cada uno se abra al diálogo allí donde ha sido llamado a vivir y que reconozca la alteridad como un valor.
Marco Gavasso
A las 16:00 h., en la Universidad Hebrea de Jerusalén, María Voce, a quien los focolares llaman Emaús, ha celebrado una conferencia-encuentro bajo el lema "El papel del Diálogo en la promoción de la Paz". El encuentro ha sido organizado por el Truman Institute y el Study Center for Christianity, coordinado por la Dra. Manuela Consonni, de la Universidad de Jerusalén.
Entre las distintas personalidades que han intervenido destacan: el rabino David Rosen, consejero del Gran Rabinato de Israel y director de asuntos interreligiosos del American Jewish Committee; la Sra. Debbie Weissmann, presidenta de la ICCJ; el arzobispo Mons. Antonio Franco, Nuncio apostólico para Israel y Chipre y Delegrado apostólico para Jerusalén y Palestina; Su Emcia. Mons. Giacinto-Boulos Marcuzzo, obispo titular de Emaús, obispo auxiliar de Jerusalén de los latinos y Vicario patriarcal de Jerusalén para los latinos de Israel.
El encuentro ha contado con una afluencia bastante heterogénea de oyentes interesados en el diálogo por la paz pertenecientes a las distintas realidades presentes en Tierra Santa.
María Voce ha empezado su discurso dando las gracias a quienes han hecho posible este encuentro, a los participantes y a la Dra. Consonni, por su detallada presentación. La primera parte de la conferencia se ha centrado en explicar las experiencias que han llevado a la fundadora de los focolares, Chiara Lubich, y a todo el movimiento a buscar y creer en el diálogo como instrumento de paz.
Es cierto que la perspectiva cristiana del mundo influye, y no poco, en el valor del diálogo para los focolares, pero la intervención de la presidenta ha puesto el acento en las experiencias de vida, más que en especulaciones teológicas, aportando ejemplos de metodologías aplicadas que no deben confundirse con un fideísmo (orientación filosófica que propugna la prioridad de la fe respecto de la razón) basado en un amor que no se apoya en el sentido práctico de la vida del hombre.
La Dra. Voce ha contado las experiencias de Chiara Lubich que le hicieron constatar que la humanidad es "un Adán enllagado" que necesita curación y que atrajeron su atención particularmente hacia la salvación de la humanidad para que, como en el carisma focolar, "todos sean una misma cosa" (Jn 17,21). La fundadora intuyó de esta forma la necesidad de redescubrir la naturaleza dialógica del hombre empezando por la escucha del prójimo.
"Una querida persona, antes de que diéramos inicio al encuentro, me ha hecho notar cómo el buen Dios nos ha dado dos orejas y una sola boca, quizá para que aprendamos a escuchar el doble y a hablar la mitad". Sigue diciendo María Voce: "Si no escuchamos al prójimo será imposible el diálogo... la escucha nace del silencio". Este silencio y escucha son el fundamento del diálogo que el movimiento focolar lleva adelante no sólo dentro del cristianismo sino incluso con otras confesiones, hasta convertirlo en un estilo de relación también con los no creyentes. Esta es la propuesta concreta que los focolares presentan ante la "noche cultural" que envuelve a gran parte de la humanidad hoy en día.
Citando el Talmud, María Voce recordaba las palagras del gran Hillel: "No hagas al prójimo lo que no quieras que te hagan a ti. Esta es toda la Torá, el resto es su comentario. Vete y estudia". Chiara Lubich propuso esta "regla de oro" poniéndola en positivo: "Haz a los demás lo que querrías que te hicieran a ti". Cada persona necesita ser amada, por tanto la única cosa que hay que hacer es amar con aquel amor que se convierte en escucha y diálogo.
La presidenta ha admitido que esta metodología es de difícil aplicación, sobre todo en contextos difíciles donde los gritos del dolor y la violencia no permiten escuchar al prójimo, pero la esperanza es una de las más grandes virtudes que se encuentra si se busca y se quiere con determinación.
Un debate vivaz y cordial después de la charla ha subrayado cómo, también en la sala y no sólo en el mundo, existe una fe real en la bondad del hombre. ¿Cómo aplicar todos estos conceptos basados en el amor a quien no cree? Que se hable de amor entre las religiones es, en suma, bastante difícil. Todos creemos que somos criaturas de Dios, pero ¿para quien no lo crea? ¿Y cómo crear un diálogo y ponerse a la escucha si no hay un reconocimiento de la propia culpa, un reconocimiento del error? Con el término amor se dicen tantas cosas, ¿pero cómo hacerlas eficaces de forma concreta? El muro es una realidad que está presente en Tierra Santa y divide. ¿Cómo entrar en diálogo con esta división? Jesús, que era amor, no dudó en tomar el látigo para expulsar a los mercaderes del templo, ¿no sucede a veces que, en nombre del amor, se interrumpe el diálogo inútil para no resultar ridículos y que alguien saque ventaja de ello?
Estas son algunas de las preguntas que se plantearon en la discusión. María Voce recordó que el amor, sin actos concretos, no es amor. El amor es una exigencia del hombre que va más allá de su credo, es una necesidad primaria. Sobre todo los jóvenes pueden ser los factores de una nueva era: "Los jóvenes no son el futuro, son el presente... ya están construyendo, confiemos en ellos".
María Voce ha afirmado que el diálogo y el amor no pueden existir en situaciones de sufrimiento si antes no se reconocen las errores propios, las culpas propias. El muro además es una triste realidad, pero hay que poner atención también a los muros que no permiten el diálogo y que el hombre se construye a sí mismo. "Es verdad que Jesús entró en el templo con el látigo para expulsar a los vendedores que profanaban el Templo, pero es también verdad que murió poco después por los mismos vendedores". María Voce ha seguido recordando las palabras de Chiara Lubich: "Yo afirmo al prójimo negándome". Jesús lo hizo hasta el extremo, hasta la Cruz. La pregunta que cada uno de los asistentes al encuentro se ha llevado a casa es: "¿Estoy yo dispuesto a afirmar al prójimo negándome a mí mismo hasta morir por él?"
Al final, a pesar de que el diálogo ha intentado desenvolverse en un terreno racionalista, el escándalo del Evangelio ha surgido con toda su absurdidad para el mundo.
Este encuentro ha hecho surgir la necesidad de que cada uno se abra al diálogo allí donde ha sido llamado a vivir y que reconozca la alteridad como un valor.
Marco Gavasso