El Miércoles Santo, en la basílica del Santo Sepulcro, se ha celebrado el rito de la veneración de la columna, en la capilla franciscana del Santísimo Sacramento. La tradición dice que esta columna es la de la flagelación de Cristo.
La tradición la recoge la peregrina Egeria, que la menciona en su diario, del siglo IV. Explica que la veneración tenía lugar, en esa época, al alba del Viernes Santo en el Cenáculo. La columna fue trasladada al Santo Sepulcro en el siglo XIV.
La liturgia ha estado presidida por el vicario de la Custodia, fray Dobromir Jasztal. Los franciscanos han cantado el himno Salve Columna Nobilis, saludando a la columna sobre la que se derramó la sangre de Cristo. Este himno se recita todos los días durante la procesión franciscana que se celebra en la basílica. Frailes y peregrinos han podido luego besar la columna.
Rosa, una peregrina italiana, dice que viene todos los años. «Intento venir a Jerusalén todos los años para la semana de Pascua. ¡Me siento tan bien aquí!».
Los días que preceden al Triduo pascual son intensos, llenos de oración y celebraciones. Los peregrinos presentes en Jerusalén durante este período pueden asistir a numerosos oficios que solo se celebran una vez al año, en los mismos lugares de la Pasión de Cristo.
La tradición la recoge la peregrina Egeria, que la menciona en su diario, del siglo IV. Explica que la veneración tenía lugar, en esa época, al alba del Viernes Santo en el Cenáculo. La columna fue trasladada al Santo Sepulcro en el siglo XIV.
La liturgia ha estado presidida por el vicario de la Custodia, fray Dobromir Jasztal. Los franciscanos han cantado el himno Salve Columna Nobilis, saludando a la columna sobre la que se derramó la sangre de Cristo. Este himno se recita todos los días durante la procesión franciscana que se celebra en la basílica. Frailes y peregrinos han podido luego besar la columna.
Rosa, una peregrina italiana, dice que viene todos los años. «Intento venir a Jerusalén todos los años para la semana de Pascua. ¡Me siento tan bien aquí!».
Los días que preceden al Triduo pascual son intensos, llenos de oración y celebraciones. Los peregrinos presentes en Jerusalén durante este período pueden asistir a numerosos oficios que solo se celebran una vez al año, en los mismos lugares de la Pasión de Cristo.