Natividad de la Virgen en Santa Ana | Custodia Terrae Sanctae

Natividad de la Virgen en Santa Ana

Desafiando lo que los meteorólogos calificaban como una tormenta de polvo y contaminación, este martes 8 de septiembre, numerosas personas han celebrado la Natividad de la Virgen María.
Como todos los años, los franciscanos se han acercado en procesión hasta la basílica de Santa Ana. Los misioneros de África, conocidos también como «padres blancos», custodian este terreno propiedad de Francia desde finales del siglo XIX. La misa, celebrada en latín y francés, ha comenzado tras la procesión a la cripta donde la tradición sitúa el nacimiento de María. La iglesia cruzada, construida sobre las ruinas de una iglesia bizantina, se remonta al siglo XII y conmemora, entre otras cosas, la curación de un paralítico por Jesús (cfr. Jn 5,1-9).
Las informaciones sobre el nacimiento de la Virgen nos han llegado del Protoevangelio de Santiago, del siglo II: su madre, Ana, era estéril, pero se dirigió a Dios, que escuchó su oración.
Partiendo del Evangelio de la genealogía de Jesús (Mt 1,1-23), la homilía de fray Stèphane Milovitch ofm ha recordado que, a pesar del pecado del hombre, Dios quiere caminar con él, acompañándolo cotidianamente en las grandes y en las pequeñas cosas. «En este tiempo de comenzar de nuevo en la escuela, confiamos a la benevolencia de María este nuevo año, Siria y Oriente Medio, a los cristianos y a todos los hombres perseguidos a causa de su fe, así como también a todos los refugiados».
Estaba presente la vicecónsul general de Francia, la señora Minh-di Tang. Los fieles han rezado también por Francia entonando el Domine salvam fac Rempublicam nostram al finalizar la celebración, según la usanza de las misas consulares.
A la salida, los padres blancos en el patio han invitado a la asamblea a un refresco.

H.M.