«Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban»: tercera peregrinación cuaresmal en Jerusalén | Custodia Terrae Sanctae

«Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban»: tercera peregrinación cuaresmal en Jerusalén

Iglesia de la Flagelación, Jerusalén. 21 de marzo de 2012

La peregrinación cuaresmal de esta semana se ha encaminado a la iglesia de la Flagelación, en el convento franciscano que está situado en la Vía Dolorosa, no lejos de la Puerta de Damasco de la Ciudad Vieja de Jerusalén. La tradición cristiana sitúa aquí dos escenas de la Pasión de Jesús: la flagelación y la condena a muerte. Los dos santuarios dedicados a estos episodios están junto al convento franciscano, que es también, desde 1923, la sede del Studium Biblicum Franciscanum, la facultad de Ciencias bíblicas y Arqueología de la Custodia de Tierra Santa. Aquí se encuentra también la segunda estación del Vía Crucis, La imposición de la cruz, como se indica en el cartel colocado en la pared externa del Santuario de la Condena, al inicio de la Vía Dolorosa. Sobre el Litóstroto, de cuyo pavimento aún se conservan algunas piedras en la Iglesia de la Condena, y sobre el Pretorio de Poncio Pilato, donde fue juzgado Jesús, se edificó en el siglo V, después de estar abandonado durante un tiempo, una iglesia que después se llamó de Santa Sofía. Con los años se perdieron las huellas de este santuario y el recuerdo del Litóstrofo se situó primero en el Monte Sión y, desde finales del siglo XII, en la fortaleza Antonia que, en tiempos de Jesús, dominaba el Templo por el Norte. La Iglesia de la Flagelación fue construida por los cruzados en el siglo XII y estuvo abandonada después durante muchos siglos. En 1838 fue adquirida por los franciscanos y reabierta al culto. Posteriormente, en 1929, el arquitecto italiano Antonio Barluzzi la restauró, manteniendo el estilo medieval. En el santuario actual se pueden admirar las hermosas vidrieras diseñadas por el artista Duilio Cambellotti que representan el juicio de Pilato, la flagelación de Jesús y la liberación de Barrabás.

En este santo lugar, la tarde del miércoles 21 de marzo, a las 17 h, la comunidad de fieles se ha reunido para conmemorar solemnemente la flagelación del Señor con una santa misa precedida por el rezo de la oración de Vísperas. La celebración ha estado presidida por fray Najib Ibrahim, guardián de la Flagelación y profesor de Exégesis neotestamentaria en el Studium Biblicum. Junto a él estaban fray Artemio Vítores, vicario custodial, y fray Massimo Pazzini, decano del Studium Biblicum y profesor de Hebreo y Siríaco. La familia franciscana ha participado en gran número en esta cita junto a muchos religiosos y religiosas de las distintas congregaciones locales y a un buen número de cristianos de lengua árabe, amigos y colaboradores de la Custodia. Para los fieles que no han podido encontrar puesto en el pequeño santuario, lleno de gente, se han dispuesto algunos bancos en el exterior de la iglesia, en el claustro cercano a la entrada.

La liturgia propone en primer lugar, con las sugerentes palabras del profeta Isaías (Is 50, 4-10), la imagen del siervo del Señor: «Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban,/ mis mejillas a los que mesaban mi barba./ Mi rostro no hurté/ a los insultos y salivazos». El texto del evangelio de san Juan recorre después algunas escenas en las que Jesús comparece ante Poncio Pilato que, no encontrando en Él culpa alguna pero instigado por la muchedumbre, entrega a Jesús a los soldados para que le flagelen (Jn 18, 38; 19,5). Escribe el papa Juan Pablo II: «A la condena inicua se añade el ultraje de la flagelación. Entregado en manos de los hombres, el cuerpo de Jesús es desfigurado. Aquel cuerpo nacido de la Virgen Maria, que hizo de Jesús "el más bello de los hijos de Adán", que dispensó la unción de la Palabra - "la gracia está derramada en tus labios" (Sal 45, 3)-, ahora es golpeado cruelmente por el látigo. El rostro transfigurado en el Tabor es desfigurado en el pretorio: rostro de quien, insultado, no responde; de quien, golpeado, perdona; de quien, hecho esclavo sin nombre, libera a cuantos sufren la esclavitud. Jesús camina decididamente por la vía del dolor, cumpliendo en carne viva, hecha viva voz, la profecía de Isaías. [...] Profecía que se abre a un futuro de transfiguración».

Texto de Caterina Foppa Pedretti
Fotos de fray Giorgio Vigna