Ordenaciones de los franciscanos de Jerusalén | Custodia Terrae Sanctae

Ordenaciones de los franciscanos de Jerusalén

2012/06/29

Jerusalén, 29 de junio de 2012

El abrazo emocionado que une a padres e hijos recién ordenados habla más que mil palabras. En la fiesta de los apóstoles Pedro y Pablo, seis nuevos diáconos y tres sacerdotes, de distintas partes del mundo, han recibido el don del Espíritu Santo por manos del nuncio apostólico en Israel, S. E. Mons. Antonio Franco.

Los nuevos presbíteros son fray Fernando Comparán Aguilar (Méjico), fray Jorge Espinoza Gonzáles, (Méjico) y fray Antonino Milazzo (Italia); fray Alan Estrada Morán (Méjico), fray Gil Abad Noriega (Méjico), fray Jan Kapistransky Lazovy (Eslovaquia), fray Karol Miroslav Svarc (Eslovaquia), fray Sandro Tomasevic (Croacia) y fray Sergey Loktionov (Rusia) son a su vez los nuevos diáconos.

Los elegidos se postran en tierra tras la lectura del evangelio de Mateo mientras, con el cadencioso canto de las letanías, la asamblea invoca al Espíritu Santo sobre estos hombres que el Señor ha elegido para su servicio. La iglesia de San Salvador apenas puede contener en su interior a todos los fieles; toda la comunidad local ha venido para asistir a un evento de gracia que da nuevas fuerzas a la Iglesia universal.

{«Quien entre en contacto con vosotros debe sentir a Cristo presente en medio de nosotros»}. En su homilía, S. E. Mons. Antonio Franco ha dirigido unas palabras de felicitación a los nuevos ordenados: {«Vosotros sois la sal de la tierra, os invito a permanecer íntegros en la gracia de Dios para que todos puedan encontrar en vosotros el perfume de Cristo»}. Continúa S. E. Mons. Antonio Franco: {«Lo que es imposible a las fuerzas del hombre es posible precisamente en virtud de la ordenación, de la consagración a Cristo, de esta unción del Espíritu, que nos dan aquellas fuerzas que humanamente no tendríamos»}.

También el padre custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, al término de la celebración ha querido dar las gracias a los padres de los ordenandos por haber entregado sus hijos a la Orden y a la Iglesia.
¡Un regalo que, desde hoy, lo es para todos!