El lunes 6 de junio el nuevo custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, será recibido oficialmente en Jerusalén y, a continuación, en los principales santuarios. Estas son algunas de sus reflexiones al inicio de su ministerio.
El lunes 6 de junio el nuevo custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, hará su ingreso oficial en Jerusalén. Será recibido por la tarde en la puerta de Jafa, una de las entradas en los muros de la ciudad vieja, y llegará con su cortejo hasta la Curia custodial en San Salvador. El martes 7 de junio está prevista la acogida solemne en la basílica del Santo Sepulcro; el día siguiente en el Cenáculo, en el Sión cristiano (el padre Custodio ostenta el título de Guardián del Monte Sión, en recuerdo de la primera e histórica sede de la Custodia de Tierra Santa). El 9 de junio una ceremonia análoga se desarrollará en la basílica de la Natividad de Belén, el 11 en Jafa y el 18 en la basílica de la Anunciación de Nazaret.
Estas horas que le separan del comienzo de una misión importante y delicada, como lo es la de Custodio de Tierra Santa, para fray Francisco, originario de Vigo Meano (Trento), nacido en 1963, están marcadas por la «turbación», pero igualmente por la «confianza».
«En estos últimos días -explica- he hablado de turbación y creo que es la palabra justa. Sin embargo tengo mucha confianza, porque creo en el valor de la obediencia y, por tanto, creo que la voluntad de Dios pasa a través de mediaciones humanas muy concretas, como la disponibilidad para asumir este servicio que me ha pedido la Orden».
Sigue diciendo: «Me doy cuenta perfectamente de que lo que se me pide es algo que supera mis fuerzas y mi capacidad. Vengo de puntillas y humildemente, consciente de que tengo que escuchar y aprender. Si hay algo que realmente me ha gustado estos días, antes de mi llegada a Jerusalén, no son los títulos de los periódicos o las felicitaciones, sino los mensajes de tantas personas sencillas que me han asegurado su apoyo en la oración. También todos los frailes que me han escrito desde Tierra Santa diciendo: te esperamos y oramos por ti. Incluidos también los frailes de Siria que, a pesar de vivir una situación de grave sufrimiento, me han animado y se han ofrecido a apoyarme con la oración».
El servicio a Tierra Santa que fray Francesco está llamado a desempeñar se sitúa dentro de un recorrido que el religioso considera, a la luz de la fe, casi natural. «Para mí, vivir en Tierra Santa significa volver a la concreción del carisma franciscano. Francisco, que era un hombre práctico y concreto, como hijo de mercader que era, volvió transformado de su experiencia en Tierra Santa. De aquella peregrinación confluyeron en la Regla no bulada algunas indicaciones fundamentales todavía hoy en relación a la experiencia misionera. Estamos llamados a «no hacer litigios ni disputas» y a adoptar un estilo minorítico en cualquier contexto en el que estemos llamados a vivir, "confesando" después ser cristianos a través del servicio a los hermanos y "anunciando" a Cristo cuando veamos que es agradable al Señor; es decir, usando la inteligencia en el diálogo que nos permita entender cuándo el corazón de nuestro interlocutor está preparado para acoger nuestro anuncio. Estos rasgos del carisma franciscanos están indisolublemente ligados a la experiencia de Tierra Santa».
De la situación de Tierra Santa hoy, marcada por conflictos profundos, fray Francesco Patton habla como de un «desafío de Dios».
«Creo que tiene un significado especial -precisa- el hecho de que cuando Dios eligió encarnarse, lo haya hecho precisamente en Tierra Santa. La historia de esta tierra está marcada por los conflictos y los enfrentamientos. El hecho de que Dios haya elegido encarnarse aquí parece precisamente un desafío. Es casi como decir: si se consigue aquí, entonces es posible que la paz y la justicia puedan reinar en toda la tierra. Todos nosotros estamos llamados a ir y quedarnos en Tierra Santa, sabiendo que somos parte de este "sueño de Dios", es decir la posibilidad de que "el lobo y el cordero pazcan juntos", como nos dice la visión de Isaías, y que venga un tiempo, como testimonian los profetas, de "cielos nuevos y tierra nueva". Debemos creer que todo esto sucederá, porque lo que impide la realización de los proyectos de Dios es también nuestra falta de fe».
Los primeros momentos de su mandato -fray Francesco está seguro de ello- serán como una especie de «noviciado». «No tengo la presunción de entrar inmediatamente en una compleja realidad como es la de la Custodia de Tierra Santa y el contexto eclesial y social en el que los frailes menores estamos llamados a trabajar. Me pondré a la escucha. Creo que las experiencias de internacionalidad al servicio de la Orden me pueden ayudar a prestar atención a las distintas sensibilidades y culturas».
Sin embargo, fray Francesco está seguro de una cosa: «Mi corazón está en Tierra Santa. Desde que me comunicaron mi nombramiento, he empezado a recordar cotidianamente en la oración a los hermanos que viven en Siria, a todos los que sirven con tanta dedicación en los santuarios y trabajan en las parroquias y tantas realidades sociales de la Custodia; a los que se encuentran en distintos, sin olvidar a los padres comisarios dedicados a difundir la obra de la Custodia en todo el mundo. Siento por ellos gran afecto y reconocimiento. Son muy valiosos para mí y les siento unidos en la oración».
por Giuseppe Caffulli
www.terrasanta.net
El lunes 6 de junio el nuevo custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, hará su ingreso oficial en Jerusalén. Será recibido por la tarde en la puerta de Jafa, una de las entradas en los muros de la ciudad vieja, y llegará con su cortejo hasta la Curia custodial en San Salvador. El martes 7 de junio está prevista la acogida solemne en la basílica del Santo Sepulcro; el día siguiente en el Cenáculo, en el Sión cristiano (el padre Custodio ostenta el título de Guardián del Monte Sión, en recuerdo de la primera e histórica sede de la Custodia de Tierra Santa). El 9 de junio una ceremonia análoga se desarrollará en la basílica de la Natividad de Belén, el 11 en Jafa y el 18 en la basílica de la Anunciación de Nazaret.
Estas horas que le separan del comienzo de una misión importante y delicada, como lo es la de Custodio de Tierra Santa, para fray Francisco, originario de Vigo Meano (Trento), nacido en 1963, están marcadas por la «turbación», pero igualmente por la «confianza».
«En estos últimos días -explica- he hablado de turbación y creo que es la palabra justa. Sin embargo tengo mucha confianza, porque creo en el valor de la obediencia y, por tanto, creo que la voluntad de Dios pasa a través de mediaciones humanas muy concretas, como la disponibilidad para asumir este servicio que me ha pedido la Orden».
Sigue diciendo: «Me doy cuenta perfectamente de que lo que se me pide es algo que supera mis fuerzas y mi capacidad. Vengo de puntillas y humildemente, consciente de que tengo que escuchar y aprender. Si hay algo que realmente me ha gustado estos días, antes de mi llegada a Jerusalén, no son los títulos de los periódicos o las felicitaciones, sino los mensajes de tantas personas sencillas que me han asegurado su apoyo en la oración. También todos los frailes que me han escrito desde Tierra Santa diciendo: te esperamos y oramos por ti. Incluidos también los frailes de Siria que, a pesar de vivir una situación de grave sufrimiento, me han animado y se han ofrecido a apoyarme con la oración».
El servicio a Tierra Santa que fray Francesco está llamado a desempeñar se sitúa dentro de un recorrido que el religioso considera, a la luz de la fe, casi natural. «Para mí, vivir en Tierra Santa significa volver a la concreción del carisma franciscano. Francisco, que era un hombre práctico y concreto, como hijo de mercader que era, volvió transformado de su experiencia en Tierra Santa. De aquella peregrinación confluyeron en la Regla no bulada algunas indicaciones fundamentales todavía hoy en relación a la experiencia misionera. Estamos llamados a «no hacer litigios ni disputas» y a adoptar un estilo minorítico en cualquier contexto en el que estemos llamados a vivir, "confesando" después ser cristianos a través del servicio a los hermanos y "anunciando" a Cristo cuando veamos que es agradable al Señor; es decir, usando la inteligencia en el diálogo que nos permita entender cuándo el corazón de nuestro interlocutor está preparado para acoger nuestro anuncio. Estos rasgos del carisma franciscanos están indisolublemente ligados a la experiencia de Tierra Santa».
De la situación de Tierra Santa hoy, marcada por conflictos profundos, fray Francesco Patton habla como de un «desafío de Dios».
«Creo que tiene un significado especial -precisa- el hecho de que cuando Dios eligió encarnarse, lo haya hecho precisamente en Tierra Santa. La historia de esta tierra está marcada por los conflictos y los enfrentamientos. El hecho de que Dios haya elegido encarnarse aquí parece precisamente un desafío. Es casi como decir: si se consigue aquí, entonces es posible que la paz y la justicia puedan reinar en toda la tierra. Todos nosotros estamos llamados a ir y quedarnos en Tierra Santa, sabiendo que somos parte de este "sueño de Dios", es decir la posibilidad de que "el lobo y el cordero pazcan juntos", como nos dice la visión de Isaías, y que venga un tiempo, como testimonian los profetas, de "cielos nuevos y tierra nueva". Debemos creer que todo esto sucederá, porque lo que impide la realización de los proyectos de Dios es también nuestra falta de fe».
Los primeros momentos de su mandato -fray Francesco está seguro de ello- serán como una especie de «noviciado». «No tengo la presunción de entrar inmediatamente en una compleja realidad como es la de la Custodia de Tierra Santa y el contexto eclesial y social en el que los frailes menores estamos llamados a trabajar. Me pondré a la escucha. Creo que las experiencias de internacionalidad al servicio de la Orden me pueden ayudar a prestar atención a las distintas sensibilidades y culturas».
Sin embargo, fray Francesco está seguro de una cosa: «Mi corazón está en Tierra Santa. Desde que me comunicaron mi nombramiento, he empezado a recordar cotidianamente en la oración a los hermanos que viven en Siria, a todos los que sirven con tanta dedicación en los santuarios y trabajan en las parroquias y tantas realidades sociales de la Custodia; a los que se encuentran en distintos, sin olvidar a los padres comisarios dedicados a difundir la obra de la Custodia en todo el mundo. Siento por ellos gran afecto y reconocimiento. Son muy valiosos para mí y les siento unidos en la oración».
por Giuseppe Caffulli
www.terrasanta.net