Primer domingo de Adviento | Custodia Terrae Sanctae

Primer domingo de Adviento

Comienza el tiempo de la espera: ¡adventus!
Jesús nos recuerda, con palabras angustiosas: ¡Velad!
Quien se aferra al sueño es incapaz de darse cuenta del día en que vive; estar desvelados, atentos, preparados nos ayuda a mantener una doble actitud: esperamos la venida del Señor, tal espera requiere de nuestro esfuerzo.
¡El Señor vendrá! Alegre noticia del Evangelio.
Es el legado de certidumbre de una fe que espera, es decir, una actitud en la vida que no es de espera fatalista en tiempos mejores sino con la certeza amorosa de una presencia, la del Dios de nuestros padres, que guía la historia hacia un fin de comunión.
Ninguna esperanza nos debe dejar inermes, debe ser motivo de renovado empeño. El empeño del hombre de fe no consiste en una gestión resolutiva sino en el deber de la entrega, recíproca y por eso enriquecedora, de los dones/carismas que la bondad de Dios nos ha donado.
Tal empeño determinará el sentido de nuestro ser y vivir con la responsabilidad de nuestras elecciones, que hará desaparecer toda hipocresía fatalista y todo sentido del deber obligado.
Quien cree, espera y ama y se entrega y entrega al prójimo lo que ha recibido.
La espera se hace oración, la oración anima los días de espera, el día último, cuando llegue, nos pondrá en la comunión deseada.

¡Buen camino de Adviento!
Fray Marcello Badalamenti ofm