Profesiones monásticas en la gruta de la Leche | Custodia Terrae Sanctae

Profesiones monásticas en la gruta de la Leche

Domingo 2 de febrero. En la festividad de la Presentación de Jesús en el Templo y de la Jornada de la Vida Consagrada, el padre custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, asistió a la profesión de dos religiosas de la Orden de Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento.
Las monjas, cuyo monasterio está situado en un convento adyacente al santuario franciscano de la gruta de la Leche en Belén, pronunciaron sus votos en presencia de una asamblea numerosa venida para la ocasión.
En su homilía, el custodio invitó a meditar sobre la «consolación» que esperaba Simeón, una consolación que solo Dios puede dar. Recordó también la opción radical de las monjas y la disposición del corazón de Simeón y Ana, dispuestos a dejarse sorprender por el Señor. El custodio se dirigió también especialmente a las religiosas, que le escucharon con gran atención, y toda la asamblea pudo seguir la hermosa enseñanza de acoger la paz que Dios da a aquellos que le reconocen en las cosas más pequeñas.
SorMaria Rachele, originaria de Filipinas, hizo la profesión simple. Presentada por el superior mayor de la Orden, fue llamada por el custodio, que la preguntó sobre su deseo y voluntad de seguir a Cristo en la vida monástica, observando los votos de obediencia, pobreza y castidad. Tras responder a las preguntas con un gozoso y firme «Sí, quiero», la religiosa leyó en presencia de la madre priora, sentada en el coro, el texto de su profesión y cantó el Suscipe, una oración que, en la tradición monástica, es una llamada al Señor: «Acógeme, Señor, según tu palabra y viviré».
La novicia, toda vestida de blanco, recibió tras la profesión el escapulario rojo característico de la Orden, el cinturón y el velo blanco de la profesión temporal.
Sor Catherine, originaria de Francia, hizo sin embargo la profesión solemne, empeñada en permanecer siempre ante Dios y ante los hombres. Preguntada también ella en similares términos, pronunció sus votos perpetuos tras el canto de la Letanía de los santos, llena de una serena alegría. Retirado el velo blanco, el custodio le cortó un mechón de pelo, un gesto que subraya la renuncia al mundo. Después se colocó el velo negro de la profesión perpetua, recibiendo el aniño, símbolo de su alianza con Cristo, el hábito del coro y el libro de los oficios. Finalmente fue coronada con una corona de espinas y rosas, símbolo también de su unión con Cristo.
La ceremonia continuó con la eucaristía, acción de gracias por excelencia, y, al concluir, las religiosas recibieron las felicitaciones de la asamblea.
Las religiosas adoratrices perpetuas del Santísimo Sacramento, como indica su propio nombre, se dedican a la adoración continua del Santísimo Sacramento en una de las tres capillas del santuario de la gruta de la Leche. Su presencia, desde 2007, ha renovado este santuario de la Custodia, muy querido por los habitantes de la ciudad. Siguiendo el ejemplo de los franciscanos con su procesión cotidiana a la gruta de la Natividad, las religiosas han querido animar la procesión cotidiana a la gruta de la Leche, santuario de la Sagrada Familia. La procesión se realiza todos los días a las 15.30 horas.
La Custodia felicita a las dos nuevas profesas y a toda su comunidad, dándoles las gracias por su testimonio, que da vida a la Iglesia de Tierra Santa.