Profesiones solemnes: consagrados a Dios, consagrados por Dios | Custodia Terrae Sanctae

Profesiones solemnes: consagrados a Dios, consagrados por Dios

La voz firme, tranquila, serena; rápida, sin precipitación; cada uno en su momento, de rodillas ante el custodio, con sus manos entre las suyas en señal de obediencia; Alberto Joan Pari, Luay Bisharat, Tomasz Franciszek Dubiel, Tony Choucry y Ulises Zarza han pronunciado la fórmula de su profesión solemne, escrita por ellos mismos. Después, han ido hacia el altar, uno detrás de otro, para firmarla.

Alberto Joan Pari, Luay Bisharat, Tomasz Franciszek Dubiel, Tony Choucry y Ulises Zarza ya son profesos solemnes, franciscanos para siempre. En el momento en que han recibido el abrazo del custodio y, luego, el de todos los franciscanos presentes, la emoción era visible en sus sonrisas, en los ojos brillantes.

La ceremonia ha tenido lugar en la basílica de las Naciones de Getsemaní. «Era el lugar más adecuado para acoger a los amigos palestinos llegados en autobús desde Belén y los amigos de la Quéhila, la comunidad cristiana de lengua hebrea, así como algún amigo judío», explica fray Alberto.

Por otro lado, los amigos palestinos están sorprendidos, escuchan y se miran; sí, es en hebreo como se recita el salmo. El hebreo es una de las lenguas de la celebración porque los cinco frailes que han hecho su profesión solemne este día proceden de 3 continentes y de 5 países. Fray Alberto es italiano; su bella y cálida voz anima el coro de los franciscanos durante la celebración; además, habiendo aprendido el hebreo, forma parte de aquellos que hacen descubrir, en su lengua, la realidad de la Custodia a numerosos israelíes. Fray Tomasz, polaco, presta servicio en algo menos visible, poniendo su competencia técnica e informática al servicio de sus hermanos. Fray Tony, libanés, y fray Luay, jordano, han puesto su alegría de vivir y el ejemplo de su fe al servicio de la parroquia y de los grupos de jóvenes.

Entre las animaciones de los santos lugares, el servicio a la comunidad local y el trabajo, en la sombra, al servicio de toda la comunidad, los cinco frailes representan bien lo que hoy es la Custodia de Tierra Santa.

La basílica estaba repleta de personas venidas para asistir al empeño de cinco frailes. Algunos de sus familiares y amigos han podido venir para estar junto a ellos en este momento solemne. La homilía del custodio (ver más abajo) ha expresado bien el momento de la vida religiosa que los cinco jóvenes frailes viven y comparten en este momento. Dispuestos, como una vez lo estuvo Samuel, a escuchar al Señor, pero también a profundizar en el conocimiento y la experiencia religiosa que revela que Dios no está solo «en medio de nosotros», sino «en nosotros». El amor que llevamos a todos nuestros hermanos es la expresión tangible de la presencia de Dios entre nosotros; sin embargo, la expresión tangible del lugar que dejamos a Dios en nosotros se reconocerá en las horas más difíciles, cuando como aquí, en Getsemaní, Jesús vivió su agonía en la inquebrantable confianza en su Padre. Es en el corazón que se abre a las dimensiones del amor como el custodio ha terminado su homilía; y los cinco jóvenes religiosos han manifestado su alegría, como primicia de este amor que actúa en cada uno, cuando a la salida de la celebración han acogido a sus hermanos franciscanos, a sus parientes y amigos en el jardín del Eremitorio de Getsemaní para disfrutar de un piscolabis campestre.

Al finalizar la celebración, toda la Custodia ha deseado a los jóvenes profesos solemnes que sean dignos del Amor que les ha elegido y les ha consagrado.