Restaurado el techo de Getsemaní | Custodia Terrae Sanctae

Restaurado el techo de Getsemaní

A los pies del monte de los Olivos trabajan unos artesanos trentinos: Adriano y Matteo Plaga, padre e hijo, con un pequeño grupo de trabajadores restauran el techo de la basílica de Getsemaní.
«Somos hojalateros. Muchos se quieren llamar albañiles… pero nosotros somos hojalateros, artesanos hojalateros».
Matteo y Adriano Plaga están muy orgullosos de su trabajo y son los artesanos que han restaurado el techo de la basílica de Getsemaní, a los pies del monte de los Olivos.
La cubierta característica externa tiene casi noventa años y, a pesar de que sigue en perfecto estado, tenía necesidad de algunas reparaciones para evitar que la filtración de agua arruinase los espléndidos mosaicos conservados en la iglesia de las Naciones.
Pero la historia que ha traído a esta empresa familiar trentina del Val de Non a Tierra Santa tiene raíces bien profundas.
«En el trabajo me sucedió que me caí del techo -nos cuenta el socio senior, Adriano Plaga-. Caí en el vacío a 8,15 m. En tierra solo sufrí la fractura de un brazo y la boca un poco rota. Me dije: debo dar las gracias al Señor por seguir viviendo». Y he aquí el viaje a Tierra Santa con el brazo aún escayolado, el encuentro con el padre Michele Piccirillo y la petición de ayuda para algunos trabajillos. «¿Por qué no?», dijo Adriano, que en aquella época trabajaba todavía solo y pensaba que aquella propuesta en Jerusalén no se iba a concretar jamás. Sin embargo, el padre Piccirillo contactó con él y le encargó de la cubierta de la pequeña iglesia del convento franciscano del monte Nebo, en Jordania, y después de la cubierta del Memorial junto al monasterio, hasta llegar a la ciudad santa, al techo de la basílica de las Naciones. Es un lugar especial, desde donde se goza de una vista privilegiada tanto de Jerusalén, como del huerto de los Olivos. Adriano es bastante consciente de ello y dice que para él «es un honor».
Desde 2001, el padre, Adriano, decidió confiar la dirección de la pequeña empresa al hijo, Matteo, pero la titularidad no siempre ha quedado en la familia. Como el hijo pródigo, volvió a casa tras una breve aventura por los cielos. «Decidí hacerme piloto de aeronaves de línea, y lo he hecho durante tres o cuatro meses, después… vi que no era mi vida -nos cuenta tras una cúpula y otra de Getsemaní-. Entonces volví a casa y dije: “Padre, vuelvo a trabajar contigo”. Y él respondió: “Esta bien. ¡Aquí siempre hay trabajo”».
Una pasión, la del cielo, que aún sigue. Trabajar en las cubiertas significa estar en contacto con el cielo y, según nos cuenta Matteo, ahora el vértigo le da cuando está en tierra.
«He seguido las huellas de mi padre -continúa el titular de Plaga Matteo Lattonieri- aunque al principio eligió otro camino. ¡Pero siempre lo he tenido en las venas!».
Trabajar con el plomo no es fácil, es un arte que da la satisfacción de crear, ver nacer y crecer algo, pero que también hace sudar. Es un esfuerzo que casi no se siente, sigue diciendo el padre, Adriano: «Si piensas dónde estás, es un honor estar aquí y poderse parar a pensar, a rezar… unes las reflexiones al trabajo, a la oración».
A veces es necesario subir, incluso al techo, para comprender que todavía hay gente que entiende lo que significa la máxima latina «ora et labora».
Estos trabajos, en el marco de una amplia obra de restauración de los mosaicos de la basílica, comenzaron hace más de un año (ver el vídeo).
El proyecto, titulado: «Getsemaní: conservar el pasado y formar el futuro», está financiado por la Custodia y apoyado por la ATS Pro Terra Sancta.
ATS, la ONG de la Custodia, ha venido publicando regularmente la marcha de los trabajos en el sitio de internet para informar a los benefactores (ver aquí la lista de los artículos).
¡También tú puedes colaborar en el proyecto siendo benefactor!