El 24 de junio, con un sofocante calor veraniego, los franciscanos han celebrado la festividad de san Juan Bautista en Ain Karem.
Las primeras Vísperas tuvieron lugar el día 23 en San Juan del Desierto, convento situado en las colinas que rodean Ain Karem. La pequeña capilla, decorada con iconos, ha acogido a franciscanos y peregrinos al final de la jornada. El vicario custodial, fray Dobromir Jasztal, ha subrayado en su homilía el papel de este profeta cuya misión termina con el inicio del ministerio de Jesús. «Juan Bautista ha podido sentir la presencia de Jesús ya desde el seno de su madre, ha podido verlo al inicio de su ministerio y presentarlo como Cordero de Dios. No pudo asistir a toda la obra de la salvación, pero no fue para él un vacío o algo que le faltara. Su misión consistió en preparar el camino y, sobre todo, los corazones, para que estuvieran listos para acoger la Palabra de Jesús». Tras la procesión hasta la gruta adonde Juan Bautista se retiró a rezar en el desierto, el guardián, fray Franciszek Wiater, invitó a la asamblea a cenar en el patio del convento.
La jornada del 24 de junio comenzó con una misa en árabe. Varios autobuses llegaron desde Jerusalén y Nazaret llenos de fieles para celebrar la fiesta en el lugar del nacimiento del profeta. Fray Firás Hiyazin, párroco de la parroquia latina de Jerusalén, precisaba: «Antes de 1948, los palestinos cristianos vivían en Ain Karem, pero con el tiempo se han convertido en refugiados. Muchos de nuestros parroquianos son originarios de aquí y nacieron en Ain Karem. Venimos hasta aquí para que, durante la fiesta, reviva la parroquia árabe».
La misa ha estado presidida por el custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton. Estaban también presentes los embajadores de Costa de Marfil y el de España en Israel. El convento de San Juan «en la Montaña» tiene un vínculo muy estrecho con el rey de España. Religiosos, religiosas y peregrinos de paso han asistido a la misa solemne. En su homilía, el padre custodio ha destacado que esta fiesta nos ayuda a profundizar en el sentido profundo de nuestra vida y nuestra vocación, a través de la figura de Juan Bautista. Su nacimiento milagroso –‘Juan’ significa «regalo de Dios»- nos recuerda que la vida es un don y que la iniciativa de la salvación vino de Dios. Su papel como precursor debe inspirarnos para conservar siempre a Jesús en el centro de nuestra vocación en la tierra, cualquiera que esta sea. Además, la alabanza y la bendición de Dios que acompañan su nacimiento deben ayudarnos a reconocer la acción de Dios en nuestra vida y a alabarlo.
Después de la misa, fray Seweryn Lubecki, guardián del santuario, ha invitado a los peregrinos al «refectorio de los peregrinos», inaugurado el año pasado. El custodio, sin embargo, ha ido a bendecir el nuevo convento de las religiosas del Catecismo, que viven en el santuario y ayudan a los frailes cotidianamente. Estos trabajos, así como el mantenimiento del jardín, fueron diseñados y realizados por la Oficina Técnica de la Custodia. Alice Sartori, que ha dirigido las labores, nos explica: «El edificio, que incluye ruinas cruzadas y de la construcción del primer convento de los frailes en el siglo XVII, no se usaba desde hacía varios años».
Mientras los fieles y peregrinos disfrutaban en el interior o a la sombra en el jardín, los franciscanos han almorzado en el refectorio. Antes de celebrar el cumpleaños de uno de los seminaristas, los frailes han conocido, por sorpresa, el anuncio del nombramiento del anterior custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, como administrador apostólico del Patriarcado latino.
Las primeras Vísperas tuvieron lugar el día 23 en San Juan del Desierto, convento situado en las colinas que rodean Ain Karem. La pequeña capilla, decorada con iconos, ha acogido a franciscanos y peregrinos al final de la jornada. El vicario custodial, fray Dobromir Jasztal, ha subrayado en su homilía el papel de este profeta cuya misión termina con el inicio del ministerio de Jesús. «Juan Bautista ha podido sentir la presencia de Jesús ya desde el seno de su madre, ha podido verlo al inicio de su ministerio y presentarlo como Cordero de Dios. No pudo asistir a toda la obra de la salvación, pero no fue para él un vacío o algo que le faltara. Su misión consistió en preparar el camino y, sobre todo, los corazones, para que estuvieran listos para acoger la Palabra de Jesús». Tras la procesión hasta la gruta adonde Juan Bautista se retiró a rezar en el desierto, el guardián, fray Franciszek Wiater, invitó a la asamblea a cenar en el patio del convento.
La jornada del 24 de junio comenzó con una misa en árabe. Varios autobuses llegaron desde Jerusalén y Nazaret llenos de fieles para celebrar la fiesta en el lugar del nacimiento del profeta. Fray Firás Hiyazin, párroco de la parroquia latina de Jerusalén, precisaba: «Antes de 1948, los palestinos cristianos vivían en Ain Karem, pero con el tiempo se han convertido en refugiados. Muchos de nuestros parroquianos son originarios de aquí y nacieron en Ain Karem. Venimos hasta aquí para que, durante la fiesta, reviva la parroquia árabe».
La misa ha estado presidida por el custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton. Estaban también presentes los embajadores de Costa de Marfil y el de España en Israel. El convento de San Juan «en la Montaña» tiene un vínculo muy estrecho con el rey de España. Religiosos, religiosas y peregrinos de paso han asistido a la misa solemne. En su homilía, el padre custodio ha destacado que esta fiesta nos ayuda a profundizar en el sentido profundo de nuestra vida y nuestra vocación, a través de la figura de Juan Bautista. Su nacimiento milagroso –‘Juan’ significa «regalo de Dios»- nos recuerda que la vida es un don y que la iniciativa de la salvación vino de Dios. Su papel como precursor debe inspirarnos para conservar siempre a Jesús en el centro de nuestra vocación en la tierra, cualquiera que esta sea. Además, la alabanza y la bendición de Dios que acompañan su nacimiento deben ayudarnos a reconocer la acción de Dios en nuestra vida y a alabarlo.
Después de la misa, fray Seweryn Lubecki, guardián del santuario, ha invitado a los peregrinos al «refectorio de los peregrinos», inaugurado el año pasado. El custodio, sin embargo, ha ido a bendecir el nuevo convento de las religiosas del Catecismo, que viven en el santuario y ayudan a los frailes cotidianamente. Estos trabajos, así como el mantenimiento del jardín, fueron diseñados y realizados por la Oficina Técnica de la Custodia. Alice Sartori, que ha dirigido las labores, nos explica: «El edificio, que incluye ruinas cruzadas y de la construcción del primer convento de los frailes en el siglo XVII, no se usaba desde hacía varios años».
Mientras los fieles y peregrinos disfrutaban en el interior o a la sombra en el jardín, los franciscanos han almorzado en el refectorio. Antes de celebrar el cumpleaños de uno de los seminaristas, los frailes han conocido, por sorpresa, el anuncio del nombramiento del anterior custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, como administrador apostólico del Patriarcado latino.