Los cristianos de Jerusalén se han reunido, durante la Semana de oración por la Unidad de los cristianos, en torno al tema: «Llamados a proclamar las obras maravillosas del Señor» (1Pe 2,9). Del 23 al 31 de enero, cada Iglesia ha acogido a una asamblea de fieles durante una hora de oración cotidiana. En Tierra Santa, de hecho, debido a la Navidad de los armenios, esta semana se celebra con posterioridad con respecto al resto del mundo. La Semana ha sido seguida por numerosos peregrinos cuya presencia ha sido asidua. Todos han podido descubrir la riqueza de las Iglesias de Jerusalén: anglicanos, armenios, luteranos, católicos latinos, siríacos, coptos, etíopes, católicos de rito bizantino y griegos ortodoxos.
Cada una de las comunidades ha organizado la oración en su propio rito y según su propio ritmo litúrgico, aunque acogiendo una activa participación del resto. La Semana de oración empezó el sabato 23 de enero en en la Anástasis en el Santo Sepulcro. Durante toda la semana, los textos han sido leídos por los representantes de las distintas confesiones y en distintas lenguas: árabe, armenio, siríaco, etiópico, inglés, alemán e italiano.
«La unidad entre nosotros depende de nuestra unidad con Dios -así ha empezado el padre Yamal Jáder, rector del Seminario latino de Beit Yala-. Hemos leído el Evangelio del día (Mc 4,1-20) y los agricultores lo saben bien: un terreno fértil requiere mucha preparación y esfuerzo. Lo mismo vale para la unidad. ¿Están nuestros terrenos preparados para recibir las semillas de la unidad? [...]. Sabemos que el Espíritu Santo da la gracia de la unidad -ha seguido diciendo-, pero al mismo tiempo mantiene la diversidad. Tal diversidad no es solo una realidad sino que también es una verdadera necesidad para la unidad. Hay quien teme la diversidad, otros subrayan las divergencias que nos separan, vendiéndolas como obstáculos para la unidad. Pidamos al Espíritu Santo que nos haga apreciar la diversidad y celebrarla».
Las Iglesias tienen una larga historia de divisiones, guerras, indiferencia... pero también de ayuda mutua. El movimiento ecuménico ha permitido no solo intercambios, encuentros y oraciones comunes, sino también un camino común por la vía de la unidad. Además, si queremos ser testigos de Cristo entre los sufrimientos de nuestros días, debemos hacerlo juntos. Y para que el mundo pueda creer en la Buena Nueva que predicamos -ha terminado diciendo- debemos ser uno».
En señal de unidad, los luteranos y los melquitas han compartido pan y vino, recordando la unidad de todos los cristianos en Jesucristo. Los etíopes, con blancas vestiduras y cabezas coronadas con cruces, han cantado y bailado para alegría de todos.
Los representantes de las distintas Iglesias de Tierra Santa saben lo importante que es la unidad de los cristianos en este período de sufrimiento para los cristianos de Oriente Medio. Las predicaciones y sermones de los distintos representantes de las Iglesias son testigo de ello. «Estamos en la oscuridad a causa de nuestras divisiones, por la falta de unidad [...]. Estamos en la oscuridad por la falta de amor entre nosotros», ha afirmado el arzobispo melquita Joseph Jules Zerey. «La unidad nos lleva a la alegría de su resurrección, a la alegría del amor al prójimo e incluso a nuestro enemigo».
Cada una de las comunidades ha organizado la oración en su propio rito y según su propio ritmo litúrgico, aunque acogiendo una activa participación del resto. La Semana de oración empezó el sabato 23 de enero en en la Anástasis en el Santo Sepulcro. Durante toda la semana, los textos han sido leídos por los representantes de las distintas confesiones y en distintas lenguas: árabe, armenio, siríaco, etiópico, inglés, alemán e italiano.
«La unidad entre nosotros depende de nuestra unidad con Dios -así ha empezado el padre Yamal Jáder, rector del Seminario latino de Beit Yala-. Hemos leído el Evangelio del día (Mc 4,1-20) y los agricultores lo saben bien: un terreno fértil requiere mucha preparación y esfuerzo. Lo mismo vale para la unidad. ¿Están nuestros terrenos preparados para recibir las semillas de la unidad? [...]. Sabemos que el Espíritu Santo da la gracia de la unidad -ha seguido diciendo-, pero al mismo tiempo mantiene la diversidad. Tal diversidad no es solo una realidad sino que también es una verdadera necesidad para la unidad. Hay quien teme la diversidad, otros subrayan las divergencias que nos separan, vendiéndolas como obstáculos para la unidad. Pidamos al Espíritu Santo que nos haga apreciar la diversidad y celebrarla».
Las Iglesias tienen una larga historia de divisiones, guerras, indiferencia... pero también de ayuda mutua. El movimiento ecuménico ha permitido no solo intercambios, encuentros y oraciones comunes, sino también un camino común por la vía de la unidad. Además, si queremos ser testigos de Cristo entre los sufrimientos de nuestros días, debemos hacerlo juntos. Y para que el mundo pueda creer en la Buena Nueva que predicamos -ha terminado diciendo- debemos ser uno».
En señal de unidad, los luteranos y los melquitas han compartido pan y vino, recordando la unidad de todos los cristianos en Jesucristo. Los etíopes, con blancas vestiduras y cabezas coronadas con cruces, han cantado y bailado para alegría de todos.
Los representantes de las distintas Iglesias de Tierra Santa saben lo importante que es la unidad de los cristianos en este período de sufrimiento para los cristianos de Oriente Medio. Las predicaciones y sermones de los distintos representantes de las Iglesias son testigo de ello. «Estamos en la oscuridad a causa de nuestras divisiones, por la falta de unidad [...]. Estamos en la oscuridad por la falta de amor entre nosotros», ha afirmado el arzobispo melquita Joseph Jules Zerey. «La unidad nos lleva a la alegría de su resurrección, a la alegría del amor al prójimo e incluso a nuestro enemigo».