Semana de oración por la unidad de los cristianos: «Esperar unidos» | Custodia Terrae Sanctae

Semana de oración por la unidad de los cristianos: «Esperar unidos»

Debido a la fecha de Navidad de los armenios, la Semana de oración por la unidad de los cristianos con el lema «Cristo no puede dividirse», comenzó en Jerusalén el sábado 25 de enero, fecha en que terminaba en otras regiones del mundo.
Los fieles de Jerusalén se han reunido con los griegos ortodoxos para celebrar un oficio religioso en el Santo Sepulcro. El día después, domingo, fue la Iglesia anglicana quien invitó a los cristianos a reunirse no solo para rezar sino para estar juntos. «No hace mucho tiempo, el 20% de los habitantes de esta tierra eran cristianos; hoy apenas llega al 2%. Las personas pesimistas piensan que los cristianos estamos condenados a desaparecer. Miro la figura de los santos que fueron llamados, como nosotros, a lo imposible. Dios sabe que somos capaces de realizar prodigios», ha proclamado el Rvdo. Suhayl Dawani.
El lunes por la tarde, en la penumbra de la catedral armenia de Santiago, los fieles escucharon la homilía del padre Baret Yeretzian, que insistió en el amor, que debe ser el arquitrabe de toda vida cristiana y, sobre todo, la primera doctrina de todas las Iglesias. «Es más importante saberse cristiano que católico, ortodoxo o protestante. Cuando lleguemos ante el Señor, no nos preguntará en qué rito hemos sido bautizados, sino si hemos amado», ha dicho sor Bénédicte.
El martes por la tarde, en donde los luteranos, el obispo Munib Yanán lanzó un llamamiento a todas las Iglesias para ver el don que el Señor ha depositado en cada una de ellas. «¿Cuando reconoceremos la cualidad del prójimo, su carisma y su complementariedad? Nosotros, las Iglesias, olvidamos a veces que nada nos pertenece, todo nos ha sido confiado para dar fruto. Si no nos aceptamos, no seremos la luz que Dios quiere para el mundo».
El miércoles, con los siríacos ortodoxos y coptos que animaron juntos la oración en el convento de San Marcos, Mons. Severio Murad habló de la figura de Cristo, un Cristo que no buscó honores, como lo hacen a veces «nuestros dirigentes y algunos líderes de Iglesia. Esto es lo que impide nuestra unidad, cuando nos olvidamos de ser una sola cosa con Dios y con el pueblo de los creyentes». Los fieles han rezado especialmente por el pueblo sirio. Fray Antonio, seminarista de la Custodia, al salir de la celebración ha dicho: «He tenido especialmente presentes a las personas que sufren en Oriente Medio, particularmente al pueblo sirio. He rezado también intensamente por todos los hombres y mujeres que buscan sentido a sus vidas, para que nosotros, discípulos de Cristo, podamos ser una luz en su búsqueda».
El jueves en el Cenáculo, el padre abad de la Dormición, Gregory Collins, recordó que el Señor nos ofrece todos los días ser rescatados por la sangre de Cristo. «Mi corazón late siempre con fuerza cuando estoy en el Cenáculo; es el lugar de la unidad, porque aquí está el vínculo con los primeros cristianos», confesaba fray Antonio.
El viernes, en el Patriarcado latino, los latinos acogieron a su vez a los fieles, poniendo el acento en el deber de compartir todos los beneficios recibidos del Señor. El sábado por la tarde, bajo la cúpula estrellada de la iglesia etíope, el arzobispo Daniel Alba y su clero dirigieron a fieles y peregrinos en un momento de alabanza y agradecimiento. El domingo, finalmente, la sonrisa y vivacidad del obispo greco católico, Mons. Yosef Zerey, subrayó la gratuidad y espontaneidad con la que el Señor nos ama a todos.
En este universo de colores y sonoridad, cada una de nuestras Iglesias ha podido manifestar su fe y «la belleza de sus tradiciones litúrgicas, históricas y teológicas», como ha destacada fray Antonio.
La espiritualidad franciscana no es ajena a la creación de la Semana por la Unidad de los Cristianos. De hecho, tras la fundación en 1909, en el seno de la Iglesia anglicana americana, de una comunidad franciscana cuya misión principal era la de trabajar por la reconciliación de los cristianos pero también por mejorar el diálogo, a imagen de san Francisco, su fundador, el reverendo Paul James Wattson, que se hizo posteriormente fraile, dio a esta misión la forma que hoy conocemos. En el mismo período, el padre Paul Couturier, en Francia, la lanzaba al continente europeo. La obra del padre Couturier y de fray Wattson fue retomada por el Concilio Vaticano II. Desde entonces, cada año, una comisión internacional e interconfesional, procedente del Consejo pontificio y del Consejo ecuménico de las Iglesias, prepara esta semana, portadora de esperanza y reconciliación.
E.Rey