Bajo un tímido sol matutino, una delegación de franciscanos se ha acercado en procesión hasta el Patriarcado latino en busca de Mons. William Shomali, obispo auxiliar.
En representación del patriarca, Mons. Shomali debía presidir este 21 de febrero la misa solemne del segundo domingo de Cuaresma. Tras haber recorrido las calles de la ciudad vieja al ritmo de los kawas, ha sido recibido en la Piedra de la Unción por el superior franciscano del santuario.
La misa, presidida por el secretario de la Custodia, fray Sergio Galdi, se ha celebrado en el altar de María Magdalena. Según el Statu Quo, esta misa es una especie de retiro semanal de Cuaresma para el obispo del lugar. La homilía ha sido pronunciada por fray Sebastián Eclimes, ofm. Ante las actuales guerras y la persecución de los cristianos en Oriente Medio, la recordado las palabras de Cristo: «Seréis perseguidos por mi causa, pero no temáis: ¡yo he vencido al mundo!».
Volviendo a la importancia de la Cuaresma, ha destacado que «el camino de la penitencia y de la reconciliación para llegar al seno del Padre es un camino estrecho. Pero solo Él puede conducirnos a un puerto seguro, como un barco guiado entre las olas de la tempestad».
Durante los domingos de Cuaresma, los franciscanos, junto con la Iglesia latina de la ciudad, siguen, en el mismo lugar de la Pasión y de la resurrección, su solemne camino hacia la Pascua.
TD
En representación del patriarca, Mons. Shomali debía presidir este 21 de febrero la misa solemne del segundo domingo de Cuaresma. Tras haber recorrido las calles de la ciudad vieja al ritmo de los kawas, ha sido recibido en la Piedra de la Unción por el superior franciscano del santuario.
La misa, presidida por el secretario de la Custodia, fray Sergio Galdi, se ha celebrado en el altar de María Magdalena. Según el Statu Quo, esta misa es una especie de retiro semanal de Cuaresma para el obispo del lugar. La homilía ha sido pronunciada por fray Sebastián Eclimes, ofm. Ante las actuales guerras y la persecución de los cristianos en Oriente Medio, la recordado las palabras de Cristo: «Seréis perseguidos por mi causa, pero no temáis: ¡yo he vencido al mundo!».
Volviendo a la importancia de la Cuaresma, ha destacado que «el camino de la penitencia y de la reconciliación para llegar al seno del Padre es un camino estrecho. Pero solo Él puede conducirnos a un puerto seguro, como un barco guiado entre las olas de la tempestad».
Durante los domingos de Cuaresma, los franciscanos, junto con la Iglesia latina de la ciudad, siguen, en el mismo lugar de la Pasión y de la resurrección, su solemne camino hacia la Pascua.
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