Tercer domingo El pueblo estaba esperando | Custodia Terrae Sanctae

Tercer domingo El pueblo estaba esperando

Si la espera no es inerme sino que supone esfuerzo, este esfuerzo no puede ser sino alegre. Alegraos, gozad… es el estribillo de esta última etapa de nuestro camino de Adviento.
El pueblo espera. En el corazón de cada hombre está el ansia que es búsqueda de la felicidad y conciencia plena de un tiempo vivido que no se ha perdido sino que es rico de ese sentimiento que se transforma en tiempo de gracia: ¡Kairós!
La espera se hace esperanza y la fe testimonia que en Cristo la presencia absorve y llena de alegría. La vida del cristiano no puede olvidar la alegría, incluso en medio de las aflicciones y en las dificultades reales de los días que pasan.
Siempre se espera más y que lleguen días mejores, días de paz, días de serenidad, días de fraternidad. Pero tal espera no puede prolongarse hasta el infinito sino que debe acabar en el corazón de todo aquel que se encuentra y sabe amado por el Emanuel que viene a nosotros.
La espera de un pueblo no puede quedarse en desilusión, es la espera de la humanidad entera que quiere poder amar mirando al prójimo y no oscureciendo su rostro.
Si somos capaces de educarnos en la esperanza para la caridad activa, seremos capaces de acoger cada rostro de cada hermano, amigo o enemigo, conocido o familiar, afín o contrario. El hermano es siempre la opción de elegir un nuevo rostro que encontrar, un rostro que amar.
¡Felicidades en la alegría de esta Navidad ya cercana!
Fray Marcello Badalamenti, OFM