Una oración por Navidad: la unidad de los cristianos | Custodia Terrae Sanctae

Una oración por Navidad: la unidad de los cristianos

El 27 de diciembre, las distintas Iglesias de Jerusalén se han reunido en el convento de San Salvador para el tradicional intercambio de felicitaciones con ocasión de la Navidad. «En todas las familias, por esta fiesta, la gente se reúne y se intercambia las felicitaciones. Es, por tanto, normal que entre los cristianos de Jerusalén se intercambien las visitas», explica el custodio, fray Pierbattista Pizzaballa. «Durante el año, nos vemos cada dos o tres semanas en distintas citas, acontecimientos comunes, trabajo o almuerzos. Hoy, no tiene ningún objetivo especial, es simplemente para compartir la alegría de la Navidad».
A los griegos ortodoxos, siríacos y coptos, armenios ortodoxos y etíopes se les esperaba por la mañana. Precedidos por sus kawas y recibidos por los de la Custodia, se han reunido con los frailes franciscanos en el diván (una sala de recepción, cuyo nombre deriva del persa), donde se ha servido licor, café, chocolate y dulces.
«Como hombres, no somos autónomos ni independientes; no podemos resolverlo todo. No podemos llegar hasta Dios, pero la fiesta de la Navidad nos recuerda que Él es quien viene a quedarse entre nosotros». El custodio ha insistido en la importancia, como responsables cristianos, de dar testimonio de unidad entre las distintas Iglesias cristianas, para que la atmósfera que reine permita encontrar siempre respuestas a las dificultades y controversias que nos llegan. El patriarca greco ortodoxo, Teófilo III, ha subrayado a su vez que los esfuerzos realizados por trabajar juntos en los santos lugares -en un espíritu de comprensión mutua, de cooperación y diálogo-, dan su fruto, como lo testimoniado el encuentro entre el papa Francisco y el patriarca Bartolomé, el pasado mes de mayo en Jerusalén.
El custodio ha destacado también que las actuales persecuciones de cristianos en Oriente Medio demuestran que, 2.000 años después de la muerte de Cristo, siempre es difícil dar testimonio de la propia fe. Pero todos los que, sobre todo en Siria e Irak, han tenido que abandonar todo para huir, no han abandonado a Jesús. El triunfo no está en el poderío sino en la persistencia de la presencia cristiana, como lo atestiguan los armenios, a casi 100 años del genocidio.
Los frailes se han acercado después al Patriarcado greco católico, donde el arzobispo Jules-Joseph Zerey les ha recibido como hermanos. Contando varias anécdotas de su infancia, en la que estuvo en contacto con los franciscanos, ha recordado el increíble don que Dios ha hecho a la humanidad, entregando a su único Hijo. Después ha invitado a todos a rezar por la unidad de los cristianos, con la esperanza de que un día se haga realidad.
El nuncio apostólico no ha podido estar presente y almorzará con los frailes otro día. Ha sido, entonces, el patriarca latino de Jerusalén, Su Beatitud Mons. Fuad Twal, quien ha puesto punto final a la jornada con su visita. Tras dar las gracias a los frailes por su trabajo y su amor a la Tierra Santa, no ha olvidado tampoco a los más ancianos, a quienes ha visitado en la enfermería.
Como destacaba un seminarista franciscano: «Hemos sentido, en los discursos y en la atmósfera, que somos amigos, hermanos». Este ha sido un anticipo de la Semana de oración por la Unidad de los cristianos, prevista del 18 al 25 de enero de 2015.

Hélène Morlet