Viernes Santo: O cruz, salvación del mundo | Custodia Terrae Sanctae

Viernes Santo: O cruz, salvación del mundo

En la cima del Calvario no está la misma muchedumbre que estuvo aquel viernes que se convirtió en santo. Cuando Jesús agonizaba en la cruz, tampoco estaba el buen Ladrón para afirmar que Jesús estaba volviendo a su Reino. La soldadesca pensaba que le estaba quitando la vida, mientras que Él, Jesús, la ofrecía por la salvación del mundo. Esta es la salvación que la asamblea, tan numerosa que no cabía en un espacio tan pequeño, ha venido a contemplar y por la que da gracias, no sin meditar sobre el sufrimiento que tuvo que padecer Cristo para darnos la vida.

La celebración de la Pasión, presidida por el patriarca de Jerusalén, ha inaugurado en el Santo Sepulcro las solemnidades de la jornada. Con las puertas cerradas para preservar el silencio, la liturgia ha sido de gran intensidad. Entre los momentos más fuertes tras la lectura de la Pasión ha estado la veneración de la vera Cruz. Después, mientras el patriarca y los sacerdotes han abandonado el Calvario para tomar el Santísimo Sacramento de la Tumba donde reposaba desde la vigilia, el gran número de peregrinos se ha acercado en masa a la santa reliquia, de rodillas, conmovidos y silenciosos.

Tras la comunión y la bendición, el patriarca ha regresado llevando la vera Cruz a la capilla de la Aparición a María Magdalena.

A la apertura de las puertas de la basílica, numerosos turistas han empezado a hacer fotos con sus máquinas fotográficas para inmortalizar la salida de la procesión.

Acompañando de nuevo al patriarca al Patriarcado, los franciscanos se han preparado para el Viacrucis.

Viacrucis por las callejuelas de la ciudad

Ya por la mañana temprano, numerosos grupos de peregrinos de todas las nacionalidades han celebrado este Viernes Santo rezando por las estaciones del Viacrucis. A las 10.00, en el patio donde hoy se encuentra la escuela musulmana Al Omariye, centenares de personas se han agrupado para seguir el cortejo de los franciscanos.

Antes de que la parroquia iniciara su Viacrucis, han sido los franciscanos los que han ocupado su lugar en el patio, donde la tradición sitúa el pretorio donde Poncio Pilato interrogó y después pronunció la sentencia de muerte contra Jesucristo.

Tras la llegada del custodio de Tierra Santa ha empezado la meditación sobre la primera estación, en italiano e inglés. El Viacrucis comienza siguiendo los pasos de Jesús. Apenas los franciscanos han partido, la muchedumbre les sigue para participar en las oraciones. Alternando canto y oración en distintas lenguas, la marcha lenta y piadosa resuena por las estrechas callejuelas de la Vía Dolorosa, en el corazón de Jerusalén. Detrás de ellos, un primer cortejo compuesto de jóvenes exploradores y sus jefes llevan banderas y van cantando. Otros exploradores protegen a los portadores de la cruz de la parroquia de San Salvador, seguidos por los parroquianos que rezan en árabe con fervor y pasión. Estos últimos están rodeados tanto de peregrinos como de los militares que velan por su seguridad.

El Viacrucis ha concluido en el Santo Sepulcro, donde la muchedumbre poco a poco se ha dispersado.

En la parroquia

A partir de las cuatro, en la iglesia de San Salvador, ha empezado la misa parroquial. La iglesia estaba súper llena. Centenares de fieles de lengua árabe se han reunido aquí. La ceremonia ha estado presidida por el párroco de Jerusalén, fray Firás Hiyazin. La Pasión ha sido recitada con la ayuda del coro parroquial; después, los fieles han sido invitados a ir y arrodillarse delante de la cruz. Ha sido necesaria una hora para que los cientos de parroquianos pudieran, de uno en uno, besar el crucifijo. El cuerpo de Jesús ha sido desclavado y descendido de la cruz, según los eventos de la Pasión. Una imagen de Cristo ha sido colocada sobre un lienzo y untada con óleo sagrado.

Siguiendo al cortejo fúnebre ha empezado la procesión popular, al sonido de las trompetas y, después, de los cantos del coro. Los fieles han llegado hasta la Puerta Nueva y luego han regresado a San Salvador a través de las calles de Jerusalén. Los miembros de la asamblea han podido llegar hasta la imagen y recibir el óleo sagrado.

Los funerales de Cristo en el Santo Sepulcro


Aumenta el número de peregrinos en la ciudad y la basílica del Santo Sepulcro no parecía capaz de contener este viernes a toda la gente que se ha acercado para participar en los funerales de Cristo.

«Este oficio es típico de aquí y a los cristianos palestinos les gusta especialmente. La predicación es además en árabe». Fray Yad explica así la fuerte presencia de cristianos locales. A ellos se les han unido muchos trabajadores inmigrantes filipinos e indios. Su devoción es excepcional. Si las primeras estaciones canalizaban a la muchedumbre gracias a la arquitectura de la nave, desde la Piedra de la Unción hasta la Tumba es más difícil para los cuatro sacerdotes que llevan la imagen representando el cuerpo de Cristo, abrirse camino. Pero el custodio había dado esta consigna: «Dejad que la gente se acerque». Y se ha acercado. En el silencio del Gólgota se podía escuchar el llanto de algunas personas durante la celebración de la ceremonia. Siempre es así de apasionante.

Después, el cuerpo del Señor ha sido depositado en la tumba. En cada etapa la lectura de los Evangelios ha marcado el ritmo de la liturgia. El custodio ha rezado en la tumba. Cuando ha salido, se han cerrado las puertas.

La asamblea estaba conmovida y al mismo tiempo alegre. Se ha acercado para recibir los ungüentos. Delante de la basílica un buen número de peregrinos no terminaba de irse, esperando la resurrección aquí, en Jerusalén.