La tarde del martes 5 de enero, el custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, y el secretario de la Custodia, fray Sergio Galdi, después del rezo de vísperas abandonaron la iglesia de Santa Catalina. En su programa estaba la visita a las comunidades de Belén que colaboran con los franciscanos. Les acompañaron los principales protagonistas de esta colaboración: los frailes Nirwán al Bana, Badía Elías y Luai Bisharat, que se encargan de la parroquia. Este tiempo de visitas amistosas e informales sirve para intercambiar las felicitaciones, dar y recibir noticias y hablar de los proyectos en curso. Todo ello acompañado, naturalmente, de pastas, licores y café.
Las primeras han sido las religiosas adoratrices perpetuas del Santísimo Sacramento, que residen en el santuario franciscano de la Gruta de la Leche. «El año 2015 ha sido duro, pero sin vuestras oraciones habría sido todavía peor», ha dicho fray Pierbattista. Una parte de la comunidad se trasladará al convento de Emaús al Qubaybe, una vez se encuentren los recursos económicos necesarios para llevar a cabo la reforma. Las religiosas franciscanas de María, que se ocupan de la Casa del Niño y las religiosas dominicas, responsables de un hogar para niños y de la enseñanza del Catecismo, han sido las siguientes. Alternando entre el italiano, el francés y el árabe, los frailes han sido recibidos en todas partes como amigos, no siendo la lengua un obstáculo para el diálogo. La reciente liberación de fray Diya Aziz, la situación de los cristianos en Oriente Medio y la actualidad de cada comunidad han sido los temas predominantes en las conversaciones.
La comitiva ha visitado después al grupo de exploradores de la parroquia, cuyo responsable es fray Luai. Selfies, discursos y pasteles tampoco han faltado. «Cuando vea al Papa el mes próximo –les ha anunciado el custodio- le diré que el cristianismo en Tierra Santa está muy lejos de acabarse porque todavía hay jóvenes como vosotros, en pie, que tienen mucho por hacer». Después han continuado con la Sociedad Antoniana, que gestiona una casa para personas ancianas y donde han podido degustar un chocolate caliente. Los frailes vienen a celebrar aquí la misa cotidiana y organizan con los grupos jóvenes, como los exploradores, actividades y pequeños conciertos. Al caer la noche se han reunido con las religiosas franciscanas de Santa Isabel del Caritas Baby Hospital, el único hospital pediátrico de Palestina. Las religiosas franciscanas misioneras del Corazón Inmaculado de María, al servicio de los niños en el campo de refugiados de Aida, y las religiosas de San José de la Aparición, que gestionan el Terra Sancta School para casi 1.000 chicas, han recibido a los frailes a última hora de la tarde. La jornada ha concluido con la visita al complejo deportivo de la Acción Católica.
El entendimiento y la amistad que reina entre los frailes y las distintas comunidades religiosas se basa en la misma voluntad de servir a Dios y la población –cristiana y musulmana- de Belén. Una vasta misión para la que nuestras oraciones no están de más.
HM
Las primeras han sido las religiosas adoratrices perpetuas del Santísimo Sacramento, que residen en el santuario franciscano de la Gruta de la Leche. «El año 2015 ha sido duro, pero sin vuestras oraciones habría sido todavía peor», ha dicho fray Pierbattista. Una parte de la comunidad se trasladará al convento de Emaús al Qubaybe, una vez se encuentren los recursos económicos necesarios para llevar a cabo la reforma. Las religiosas franciscanas de María, que se ocupan de la Casa del Niño y las religiosas dominicas, responsables de un hogar para niños y de la enseñanza del Catecismo, han sido las siguientes. Alternando entre el italiano, el francés y el árabe, los frailes han sido recibidos en todas partes como amigos, no siendo la lengua un obstáculo para el diálogo. La reciente liberación de fray Diya Aziz, la situación de los cristianos en Oriente Medio y la actualidad de cada comunidad han sido los temas predominantes en las conversaciones.
La comitiva ha visitado después al grupo de exploradores de la parroquia, cuyo responsable es fray Luai. Selfies, discursos y pasteles tampoco han faltado. «Cuando vea al Papa el mes próximo –les ha anunciado el custodio- le diré que el cristianismo en Tierra Santa está muy lejos de acabarse porque todavía hay jóvenes como vosotros, en pie, que tienen mucho por hacer». Después han continuado con la Sociedad Antoniana, que gestiona una casa para personas ancianas y donde han podido degustar un chocolate caliente. Los frailes vienen a celebrar aquí la misa cotidiana y organizan con los grupos jóvenes, como los exploradores, actividades y pequeños conciertos. Al caer la noche se han reunido con las religiosas franciscanas de Santa Isabel del Caritas Baby Hospital, el único hospital pediátrico de Palestina. Las religiosas franciscanas misioneras del Corazón Inmaculado de María, al servicio de los niños en el campo de refugiados de Aida, y las religiosas de San José de la Aparición, que gestionan el Terra Sancta School para casi 1.000 chicas, han recibido a los frailes a última hora de la tarde. La jornada ha concluido con la visita al complejo deportivo de la Acción Católica.
El entendimiento y la amistad que reina entre los frailes y las distintas comunidades religiosas se basa en la misma voluntad de servir a Dios y la población –cristiana y musulmana- de Belén. Una vasta misión para la que nuestras oraciones no están de más.
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