El domingo 8 de mayo, el guardián del convento de Santa Catalina, fray Ricardo Bustos, ha recibido en Belén al viceprimer ministro y ministro de Asuntos Exteriores belga, Didier Reynders.
En su visita a Palestina, Reynders había anotado en su agenda no solo una visita a la iglesia de la Natividad, sino también a la vecina iglesia de Santa Catalina, queriendo subrayar así el papel que Bélgica sigue desempeñando como una de las cuatro naciones latinas «protectoras de las comunidades cristianas». Ha querido reafirmar tal papel vinculándolo con el pasado, un pasado ligado a la Custodia de Tierra Santa que ha motivado este encuentro especial, al que se han sumado el vicario custodial, fray Dobromir Jasztal, y el secretario de la Custodia, fray Sergio Galdi.
Fray Stéphane Milovitch, francófono, hizo los honores al ministro belga durante la visita. Como la basílica de la Natividad se encuentra sometida a labores de restauración, el señor Reynders ha tenido el privilegio de subir a los andamios para ver de cerca las obras y apreciar así los sorprendentes resultados. Ha aprovechado este momento para anunciar que el Gobierno belga, que ya participa en los gastos de la restauración, contribuirá con otra donación. De hecho, las Iglesias y la Autoridad Palestina siguen recogiendo fondos, porque cuantos más fondos se recolecten, más en profundidad se podrán abordar el proyecto.
Tras una breve visita a la gruta, Reynders se ha reunido con un grupo de cristianos locales, dedicados al turismo, la educación, la política y las obras sociales. Aquel que ha querido ha podido manifestar brevemente sus propias expectativas y aspiraciones en la acción exterior de la política belga y europea.
Reynders se ha trasladado posteriormente a la iglesia de Santa Catalina. Los primeros fieles ya habían ocupado su lugar para la misa dominical, animada por los jóvenes. Acompañado de los franciscanos, el séquito se ha dirigido hacia el coro. Aquí, el ministro ha descubierto una placa conmemorativa de la vidriera que Bélgica ofreció a la iglesia en 1926. En esa época, la iglesia de Santa Catalina –construida algunos años antes- mostraba toda su modernidad. Era hermosa, pero podía serlo todavía más; y fue el Gobierno belga quien se propuso hacerlo ofreciendo las vidrieras que todavía se pueden ver en el coro.
En 2004, el mismo Gobierno costeó los trabajos de restauración necesarios por el paso del tiempo y la degradación sufrida durante la segunda intifada y el asedio a la basílica de la Natividad.
Sin embargo, la placa solo se ha podido colocar este año porque el conjunto de las vidrieras fue galardonado este diciembre pasado, en Bélgica, con el «Premio del Patrimonio belga en el exterior».
La vidriera más grande, en el ábside de la nave, representa la natividad de Cristo y lleva el emblema del Reino de Bélgica, así como el medallón del difunto cardenal Mercier. La restauración de 2004 fue realizada por maestros vidrieros de la ciudad belga de Gante.
Se celebró posteriormente una pequeña ceremonia por la inauguración de la placa y el primer ministro aprovechó su paso por Casa Nova franciscana para seguir con las citas de su programa.
En su visita a Palestina, Reynders había anotado en su agenda no solo una visita a la iglesia de la Natividad, sino también a la vecina iglesia de Santa Catalina, queriendo subrayar así el papel que Bélgica sigue desempeñando como una de las cuatro naciones latinas «protectoras de las comunidades cristianas». Ha querido reafirmar tal papel vinculándolo con el pasado, un pasado ligado a la Custodia de Tierra Santa que ha motivado este encuentro especial, al que se han sumado el vicario custodial, fray Dobromir Jasztal, y el secretario de la Custodia, fray Sergio Galdi.
Fray Stéphane Milovitch, francófono, hizo los honores al ministro belga durante la visita. Como la basílica de la Natividad se encuentra sometida a labores de restauración, el señor Reynders ha tenido el privilegio de subir a los andamios para ver de cerca las obras y apreciar así los sorprendentes resultados. Ha aprovechado este momento para anunciar que el Gobierno belga, que ya participa en los gastos de la restauración, contribuirá con otra donación. De hecho, las Iglesias y la Autoridad Palestina siguen recogiendo fondos, porque cuantos más fondos se recolecten, más en profundidad se podrán abordar el proyecto.
Tras una breve visita a la gruta, Reynders se ha reunido con un grupo de cristianos locales, dedicados al turismo, la educación, la política y las obras sociales. Aquel que ha querido ha podido manifestar brevemente sus propias expectativas y aspiraciones en la acción exterior de la política belga y europea.
Reynders se ha trasladado posteriormente a la iglesia de Santa Catalina. Los primeros fieles ya habían ocupado su lugar para la misa dominical, animada por los jóvenes. Acompañado de los franciscanos, el séquito se ha dirigido hacia el coro. Aquí, el ministro ha descubierto una placa conmemorativa de la vidriera que Bélgica ofreció a la iglesia en 1926. En esa época, la iglesia de Santa Catalina –construida algunos años antes- mostraba toda su modernidad. Era hermosa, pero podía serlo todavía más; y fue el Gobierno belga quien se propuso hacerlo ofreciendo las vidrieras que todavía se pueden ver en el coro.
En 2004, el mismo Gobierno costeó los trabajos de restauración necesarios por el paso del tiempo y la degradación sufrida durante la segunda intifada y el asedio a la basílica de la Natividad.
Sin embargo, la placa solo se ha podido colocar este año porque el conjunto de las vidrieras fue galardonado este diciembre pasado, en Bélgica, con el «Premio del Patrimonio belga en el exterior».
La vidriera más grande, en el ábside de la nave, representa la natividad de Cristo y lleva el emblema del Reino de Bélgica, así como el medallón del difunto cardenal Mercier. La restauración de 2004 fue realizada por maestros vidrieros de la ciudad belga de Gante.
Se celebró posteriormente una pequeña ceremonia por la inauguración de la placa y el primer ministro aprovechó su paso por Casa Nova franciscana para seguir con las citas de su programa.