En Jerusalén, la Pasión, el Vía Crucis y la procesión fúnebre de Cristo | Custodia Terrae Sanctae

En Jerusalén, la Pasión, el Vía Crucis y la procesión fúnebre de Cristo

El día del sacrificio de Cristo también el cielo en Jerusalén estaba oscuro. En la celebración de la Pasión del Señor la Iglesia se volcaba sobre el Calvario para contemplar la cruz de su Señor y esposo. La ceremonia, presidida por la mañana por el administrador apostólico del Patriarcado Latino monseñor Pierbattista Pizzaballa, se desarrolló en tres momentos: liturgia de la palabra, adoración de la cruz y comunión eucarística. Este día y el siguiente, hasta la vigilia de Pascua, según una antigua tradición, la Iglesia no celebra la Eucaristía, aunque se distribuye la comunión. Los sacerdotes llevaban vestiduras de color rojo que indicaban la Pasión, los fieles escuchaban con recogimiento la proclamación a tres voces de los últimos instantes de vida de Jesús.
Monseñor Pizzaballa llevó en procesión la reliquia de la Vera Cruz y todos se arrodillaron para adorarla y recordar el sacrificio de Cristo.

Poco después, una multitud de fieles recorrió el camino de Jesús hacia el Calvario. El vía crucis por la Vía Dolorosa se celebra cada viernes por los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, pero en el del Viernes Santo participan cientos de personas. Desde la Flagelación, llevando pesadas cruces, peregrinos y habitantes locales se dirigieron al Santo Sepulcro. En la quinta estación, el grupo de la parroquia latina de Jerusalén se separó de la multitud para continuar solo su viaje hasta el lugar de la crucifixión de Cristo.

La parroquia de Jerusalén tenía otra cita por la tarde: la procesión fúnebre de Cristo por las calles de la ciudad vieja. Como en un verdadero funeral, la imagen de Cristo muerto era trasladada por el barrio cristiano. Pero era necesario terminar a tiempo para la cita oficial con este rito popular directamente en la iglesia del Santo Sepulcro. Fray Marcello Cichinelli, ceremoniero de la Custodia de Tierra Santa, cuenta que esta procesión tiene orígenes muy antiguos: “Tenemos testimonios que hablan de la procesión fúnebre en el Santo Sepulcro ya desde el comienzo de nuestra presencia franciscana. Algunas crónicas dicen que se hacía ya en el siglo XV. Tenemos un ceremonial de Tierra Santa fechado en 1750 que explica la procesión fúnebre tal como la celebramos en la actualidad. Su última forma, por tanto, tiene casi 250 años”.

“Se sale de la capilla del Santísimo Sacramento y cada tres estaciones se lee un fragmento del Evangelio en diferentes idiomas – explicaba a su vez el presidente de la fraternidad franciscana del Santo Sepulcro, fray Zacheusz Drazek -. En la última estación se sube al Calvario y se empieza a recordar la crucifixión de Jesucristo”.
Las diversas lenguas en las que se proclamó el Evangelio a lo largo de las estaciones son las que hablan los discretos de Tierra Santa, los miembros de la asamblea de gobierno de la Custodia de Tierra Santa, que representan cada uno un grupo lingüístico distinto. El ceremoniero custodial explicaba la sucesión de idiomas: “Primero italiano, después polaco (antes era el griego pero actualmente se ha pasado a una lengua eslava), luego el alemán. En el Calvario se lee en inglés y después en francés ante la cruz. A continuación se canta un canto en latín. Delante de la tumba, cuando se deposita el cuerpo del Señor, se proclama el último Evangelio en español”.

Así, lo antiguo se repitió, como cada año el mismo día durante al menos 250 años. Una vez descendido Jesús de la Cruz sobre un lienzo blanco, el Custodio de Tierra Santa ungió con ungüentos y óleos el cuerpo de Cristo, justo delante de la piedra de la unción. Luego el cuerpo fue depositado en la tumba, a la espera de la Resurrección.

Beatrice Guarrera
30/03/2018