Festa della vita consacrata | Custodia Terrae Sanctae

Jerusalén: fiesta de la vida consagrada

Blessing in the courtyard of St. Helena
Blessing in the courtyard of St. Helena

El 2 de febrero, fiesta de la Presentación de Jesús en el templo, se celebró en la iglesia de San Salvador de Jerusalén la Jornada de la Vida Consagrada. Religiosas y religiosos se unieron para celebrar el don de la consagración y para renovar sus votos en el templo santo, que es la Iglesia.

Desde hace varios años el Comité de Religiosos de Tierra Santa organiza esta jornada y también este año la iglesia estaba llena de consagrados que viven en Jerusalén. “Este año decidimos celebrar la jornada aquí, en San Salvador” declaró Jean Daniel Gullung, director del Comité de Religiosos, “en honor al aniversario de los 800 años del encuentro entre San Francisco y el sultán Al-Malek Al-Kamil, para resaltar aún más la hermandad que nos vincula unos a otros”.

Fray David Grenier, secretario de la Custodia de Tierra Santa, presidió la celebración en la que se renovaron los votos religiosos en el patio de Santa Elena, y luego la celebración de la Eucaristía en la iglesia parroquial.  Su primera reflexión se centró en la luz. “Llevemos la luz con nosotros”, recordó fray David, y “descubriremos que el mundo es más hermoso cuando hay luz y las personas que nos rodean reconocerán la presencia de Dios”. A la breve procesión hasta la iglesia siguió la solemne liturgia del día, acompañada por cantos en las distintas lenguas de las comunidades religiosas: árabe, inglés, latín. “También nosotros, como consagrados, estamos invitados a  hacer como José y María en el Evangelio: no llevar solamente aquello que podemos obtener o comprar, sino llevar  a Jesucristo”, comentó fray David durante la homilía. “Esta luz, si se comparte, hará visible a Cristo y permitirá a los demás decir: puedo ir en paz porque a través de ti he visto la salvación, como Simeón”.

Sor Amanda Mesa, miembro del Comité de religiosos locales, subrayó que la fiesta del 2 de febrero es la manifestación visible de la unidad entre religiosos y religiosas de Tierra Santa.  “Es como Pentecostés”, declaró sor Amanda, “hablamos diferentes idiomas, venimos de países distintos, pero tenemos un solo Dios. Los consagrados somos de Dios y de los hermanos, nos guía el servicio y movidos por él estamos aquí en Tierra Santa, lugar sagrado que nos habla de Cristo”.
 

Giovanni Malaspina