Lunes Santo en Betania: el aroma de unavida “desperdiciada” | Custodia Terrae Sanctae

Lunes Santo en Betania: el aroma de unavida “desperdiciada”

Algunos la definen como “casa de la pobreza” o “casa de Ananías”, otros como “la casa de la amistad”. La Semana Santa en la tierra de Jesús comienza en Betania, la ciudad de Lázaro, Marta y María – en la que vivieron y mantuvieron su amistad con Jesús – y se inicia con la bendición de los óleos.

Esta celebración recuerda el episodio narrado en el pasaje del Evangelio de Juan (12, 1-11) en el que, seis días antes de la Pascua, Jesús va a Betania, a casa de sus amigos, y María le unge los pies con un precioso aceite de nardo que secará con sus cabellos.  El óleo bendito es el mismo aceite de nardo que hoy, como entonces, continúa esparciéndose en casas e iglesias, en recuerdo de aquel episodio porque, como dice Jesús, “no siempre me tendréis”.  El recuerdo está ligado también a la muerte: este aceite recuerda la unción del cuerpo de Jesús y  es una referencia para el rito de la conmemoración de la Pasión y la muerte y entierro del Señor el Viernes Santo en la basílica del Santo Sepulcro.

“El perfume desperdiciado por María se convierte en una poderosa profecía”, señaló el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, que presidió la celebración. “Es el símbolo de todo lo bello, agradable, estar junto a Jesús, en amistad, sin otras preocupaciones ni afanes, sin trabajo que atender […], elimina incluso el olor de la muerte y del miedo a la muerte, que es un olor que todos llevamos encima inevitablemente, y manifiesta cuán cierto es que el amor es más fuerte que la muerte”. 

Como sugiere la liturgia del lugar, hablamos de “un gesto profético, un desperdicio que reconocía la realeza de Jesús, el honor y el reconocimiento debidos al rey del universo”.  Es precisamente gracias a este gesto que la casa se llena del perfume de la realeza, que permanece para siempre y trasforma la casa de la pobreza en una casa de vida bella, plena y auténtica.  “Haz que, siguiendo el ejemplo de María de Betania”, concluyó fray Patton, “sepamos desperdiciar lo que consideramos más precioso, nuestra propia vida, para manifestar que te amamos”.

Desde Betania, la casa de los amigos del Señor, los aromas y el perfume serán llevados a las parroquias y a la basílica del Santo Sepulcro.

Giovanni Malaspina