«¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!», san Lucas 1,42.
En Jerusalén, la fiesta de la Asunción comenzó con una procesión en el huerto de Getsemaní.
Junto a la tumba de la Virgen, el nuncio apostólico, Mons. Lazzarotto, ha presidido la vigilia que ha reunido a parroquianos, religiosos y religiosas. En un primer momento se ha procedido a la lectura de distintos textos sobre la vida de María. Después, la procesión se ha dirigido, a través de los olivos y las flores, hasta la basílica de la Agonía. La procesión con antorchas ha estado animado por himnos marianos. Finalmente, la jornada ha concluido tras un último momento de oración y la bendición de la asamblea. Tras haber dado las gracias a los fieles presentes, la comunidad del convento de Getsemaní ha ofrecido helados a los presentes.
El 15 de agosto, en la basílica de Getsemaní, se ha celebrado al misa solemne, presidida este año por fray Dobromir Jasztal, vicario de la Custodia, en presencia de Mons. César Augusto Franco Martínez, obispo de Segovia. La iglesia estaba llena de peregrinos, que han querido sumarse a la oración con los frailes. La liturgia de la palabra se ha proclamado en árabe e inglés; el evangelio se ha cantado en árabe.
En su homilía, fray Ramzi Sidawi ha insistido: «Es necesario llevar a Jesús al mundo, como María con ‘fiat’, cuando aceptó la encarnación del Verbo». De hecho, «María siempre ha estado unida a su hijo, e incluso al finalizar su vida no podía sino estar unida a Él». Así, siempre existe esta «unión incluso en la muerte [...]. Y María entregó a su hijo no sin sufrimiento», por eso también nosotros debemos rezar a María «que nos acompaña en el camino para entregar a su hijo». Debemos seguir el ejemplo de María, que supo hacerse humilde. «Jesús puso a María en lo alto, mientras que Ella lo puso en un pesebre», ha seguido diciendo. La misa solemne ha estado marcada por la procesión de ofrendas por parte de los representantes de las distintas comunidades religiosas.
A las 16.30 se han celebrado las primeras Vísperas en la gruta de la Traición, presididas por fray Dobromir Jasztal, en presencia del nuncio apostólico, Mons. Lazzarotto. Se han canto las Vísperas en este lugar y luego en el más cercano a la tumba de la Virgen. Más tarde, en procesión, sacerdotes y fieles han ido a rezar ante la tumba de la Virgen. Esta procesión y el posterior tiempo de oración han sido los momentos más destacados. De hecho, según el Statu Quo, este es el único día en el que se autoriza la oración por parte de los latinos en la tumba de la Virgen. Finalmente, tras la última oración y la bendición de la asamblea, la comunidad del convento de Getsemaní ha ofrecido un refresco a todos los fieles.