El nacimiento del profeta más grande de la Historia se celebra el 24 de junio. En esta fecha, de hecho, la Iglesia sitúa el nacimiento de san Juan Bautista, hijo de Isabel y Zacarías, que predicó y bautizó, actuando como precursor del Mesías. Como siempre, los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa han tenido el privilegio de celebrar la solemnidad justo en los lugares ligados a la vida del santo. Para ello, se han dirigido a los dos santuarios dedicados a san Juan Bautista que se encuentran en el pueblo de EinKarem, a ocho kilómetros de la ciudad vieja de Jerusalén. En San Juan del Desierto y San Juan en la Montaña se recuerdan respectivamente el lugar de su infancia, donde encontró refugio huyendo de la matanza de los inocentes, y su lugar de nacimiento de sus ancianos padres Zacarías e Isabel.
Las primeras vísperas de la solemnidad tenían lugar en el santuario de San Juan en el Desierto, un verdadero oasis de oración ubicado en las colinas.
«A la pregunta de los escribas y los fariseos sobre quién era, el respondió: “No soy el que pensáis. Yo soy la voz del que grita en el desierto”». Así decía en su homilía fray DobromirJasztal, vicario custodial, que se centraba en el sentido de la vida de Juan, que siempre fue el de señalar a otro. Después de rezar los salmos cantados en la pequeña iglesia, partía la procesión hasta la gruta donde el santo se retiraba en oración. «Espero que la peregrinación de hoy nos permita conocer más al precursor de Cristo y nos ayude a dar testimonio», añadía en la clausura el guardián del convento, fray FranciszekWiater.
En el espléndido jardín del santuario, los fieles asistentes y los frailes compartían después la cena como signo de comunión fraterna. El sol se ponía poco a poco sobre la antigua ermita de San Juan, de la que el testimonio más antiguo data de un anónimo del siglo XII. Además de la capilla del Desierto, allí se encuentran la gruta, la fuente y la tumba de Isabel.
Siguiendo la tradición, la misa pontifical por la solemnidad se celebraba la mañana siguiente en la iglesia de San Juan en la Montaña. Tras la misa en lengua árabe, a la que asistían muchísimos peregrinos procedentes de Egipto, los frailes y los fieles celebraban en latín y en italiano. «Que san Juan Bautista nos conceda el don de la alegría de la vida y de nuestra vocación», decía el padre Custodio fray Francesco Patton en la homilía. En la cripta donde se recuerda el nacimiento del precursor del Señor, muchos se detenían a hacer una oración o guardar un momento de silencio.
A continuación, los frailes se reunían para un almuerzo ofrecido por la fraternidad, preparado con la ayuda de los hermanos más jóvenes. «Nuestro santuario es una casa de formación y tenemos cinco frailes profesores y cinco alumnos», explicaba fray José Clemente Muller, guardián del convento.
También los habitantes de EinKaremse implicaron en la festividad de san Juan Bautista. Aunque la mayoría son de fe judía, muchos tenían curiosidad por entender la celebración y por ello fray Seweryn, del convento de San Juan en la Montaña, había organizado el 23 de junio una jornada de formación dirigida a los locales. «El objetivo de esta iniciativa es que los habitantes de EinKarem puedan conocer nuestro santuario – afirmaba fray Seweryn - . Aparte de las conferencias científicas, hemos querido atraer a la gente con un concierto de dos cantantes de música medieval. La jornada ha finalizado con una visita guiada a la iglesia. El mismo ayuntamiento de EinKarem había propuesto la jornada: es un primer paso y esperamos poder continuar en esta dirección».
Beatrice Guarrera