"Vexilla regis prodeunt, fulget crucis mysterium". Así escribía Venanzio Fortunato en el célebre himno a la Cruz hace 1500 años y así ocurre hoy: “Avanza el estandarte del rey, resplandece el misterio de la cruz”. El Custodio de Tierra Santa lleva el relicario en procesión mientras cantos de la historia milenaria acompañan el solemne momento. En el Santo Sepulcro, el 7 de mayo se celebra la fiesta de la Invención de la Cruz, una de las más importantes para la basílica de la Resurrección. En el origen de esta solemnidad y del reconocimiento del lugar donde Cristo murió y resucitó, está el episodio del descubrimiento de la reliquia de la Cruz por Elena, madre del emperador Constantino. Varias fuentes narran lo que sucedió probablemente en el 325 d.C.: “Cuando aquella mujer tan religiosa llegó a este lugar, […] encontró tres cruces colocadas sin orden concreto”, se lee en las lecturas de la vigilia de la fiesta. Según la Historia de la Iglesia de San Rufino, Elena descubrió la que era la cruz de Cristo entre las que había encontrado, porque con ella se curó una mujer que se encontraba al borde de la muerte.
Desde hace casi 1700 años, en la gruta de Santa Elena, decorada en rojo y dorado, se recuerda este episodio. Llevada en procesión durante las vísperas, la vigilia y la misa del domingo, la reliquia hace presente para la humanidad el sacrificio de Cristo, crucificado y muerto por la salvación del mundo.
El Custodio de Tierra Santa, en la homilía de la misa recordaba que la muerte por crucifixión estaba reservada a aquellos a los que no se les reconocía ninguna dignidad. «El de Jesús es un gesto de auténtico compartir con la humanidad – continuaba -. Se pone en el lugar del criminal, del esclavo, del maldito y nos muestra que nadie carece de dignidad». En la Cruz, Jesús manifiesta, por tanto, un amor que es más fuerte que la muerte, y que es capaz de sanar al mundo. ¿Cómo vivir esta fiesta de forma existencial? «Nos convertimos nosotros mismos en imagen viviente de Cristo en la Cruz», decía el custodio fray Francesco Patton, «para participar también en su resurrección».
«Cuando se piensa en la Cruz, se espera algo triste y, sin embargo, también hoy se hace presente el misterio pascual – comentaba Sara, una peregrina de Roma que asistía a la ceremonia -. Al igual que en el Santo Sepulcro está el Calvario y la tumba vacía, así hemos celebrado hoy la cruz en tiempo de Pascua y toda la celebración ha sido un canto a la resurrección». La fiesta de la Invención de la Cruz es muy participativa en Jerusalén, pero en otros lugares no se incluye entre las celebraciones litúrgicas. En ellos, sin embargo, se festeja el 14 de septiembre la solemnidad de la Exaltación de la Cruz, que es más reciente. «Hoy hemos venido casi por casualidad, pero hemos celebrado con alegría esta fiesta por primera vez», comentaba un jerosolimitano llamado Masem.
Los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, con motivo de esta solemnidad, han salido en procesión del convento de San Salvador precedidos de los kawas, y después han celebrado vísperas, la vigilia y la misa en el Santo Sepulcro. Cantaban himnos a la Cruz fieles del todo el mundo. Tras la misa, en las tradicionales tres vueltas de la procesión alrededor del edículo, dos niñas vestidas de blanco lanzaban pétalos de flores ante el paso de la santa reliquia. Entre los muros del Santo Sepulcro resuena aún hoy el Vexilla Regis, que reconoce a la Cruz de Cristo como “única esperanza, fuente de salvación”.
Beatrice Guarrera