La Custodia acoge a fray Aymán: profesión solemne en Nazaret | Custodia Terrae Sanctae

La Custodia acoge a fray Aymán: profesión solemne en Nazaret

 


«Heme aquí», ha respondido fray Aymán Bacesh tras ser llamado por su nombre. Estas son las primeras palabras pronunciadas por este joven fraile de la Custodia de Tierra Santa en el día de su profesión solemne en la basílica de la Anunciación de Nazaret. Un ‘sí’ a la llamada del Señor precisamente en el lugar del más famoso ‘Sí’ de la historia, el de María. La celebración del sábado 1 de octubre se ha desarrollado en la iglesia de procedencia de Aymán, con la participación de todos sus familiares y amigos.

Los padres ocupando las primeras posiciones, precediendo a su hijo, se ha efectuado la entrada en procesión, portando un icono de Jesús con su discípulo Juan. «Pido seguir la doctrina y las huellas de nuestro Señor Jesucristo y ser acogido definitivamente en esta fraternidad profesando hasta la muerte, con santa laboriosidad, la Regla y la vida de la Orden de los Hermanos Menores», ha pedido fray Aymán. Ante la comunidad de fieles y todas las personas que han conformado su vida, se ha comprometido a abrazar la misma vida de pobreza, castidad y obediencia que san Francisco eligió para sí y para sus frailes.

El padre custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, en su homilía ha explicado con tres palabras la llamada a seguir a Jesús: don, fe y servicio. La primera, porque la vocación es un don de Dios; la segunda, porque la fe y la fidelidad llevan a perseverar en la respuesta a la llamada; y la tercera, porque se trata de una llamada al servicio al prójimo. «Querido fray Aymán, deseo que tengas un corazón noble y, por ello, capaz de servir a los humildes y a los pobres, en la escuela de san Francisco», ha dicho fray Francesco. Responder ‘Sí’ a Dios equivale, por tanto, al «Heme aquí» de María. «”¡Heme aquí!” –ha recordado el Custodio- es también el sentido profundo del gesto que realizarás en el momento del Ofertorio, cuando colocarás sobre el altar la fórmula de la profesión, escrita con tus manos y pronunciada por tus labios. Un gesto que quiere decir: estoy aquí, de tal forma que uno el ofrecimiento de mi vida al ofrecimiento de la tuya».

Con gran emoción, fray Aymán ha respondido: «Sí, quiero» a las preguntas del sacerdote sobre su compromiso a seguir al Señor, a amar a los hermanos, a dedicar su vida a testimoniar el Evangelio. En el momento de las Letanías se ha postrado en tierra, delante del altar, para invocar la ayuda de los santos. Después de haber leído en árabe la fórmula de la profesión de fe, Aymán ha sido recibido en la fraternidad con un abrazo por parte de los frailes, que se han dirigido hasta él en el altar, uno a uno. El neoprofeso ha bajado después para abrazar a sus padres y parientes más cercanos, entre la emoción de los presentes.

Antes de la bendición final, fray Aymán ha expresado toda su alegría con unas palabras. «Quiero dar las gracias a Dios por el don de la vida y de la vida consagrada. Doy también gracias al señor por el don de mi familia, que hoy ha querido acompañarme en este paso importante de mi vida. No me olvido de mis hermanos, que hoy me han recibido en la fraternidad». El agradecimiento se ha hecho extensible al padre custodio, fray Francesco Patton, al excustodio, fray Pierbattista Pizzaballa, y a los obispos presentes –entre ellos estaba Mons. Kamal Hana Batish, obispo emérito del Patriarcado latino de Jerusalén-, al párroco de Nazaret, al director espiritual –padre Nayib Ibrahim- y a todos los profesores y maestros del joven. «Os pido que recéis por mí, por mi familia y por la paz en Siria», ha concluido fray Aymán.

La fiesta ha continuado después con una cena en el Centro parroquial Benedicto XVI. Un chico y una chica han entonado, a voz y con pianoforte, cantos de amor árabes, evidentemente relacionado con lo que acababa de ocurrir: la respuesta de fray Aymán al amor de Dios.