La iglesia de Emaús difícilmente podía contener a los fieles. Para la celebración de la manifestación de Jesús a los discípulos de Emaús, los franciscanos de Tierra Santa han organizado como cada año una peregrinación a Emaús Qubeybeh, reconocido como el pueblo del que se habla en el Evangelio. Quince autobuses y docenas de coches procedentes de Belén, Jerusalén, Ramala y sus alrededores llegaban por la mañana temprano al santuario franciscano. La banda de los scout locales, que allí son musulmanes, precedía al Custodio de Tierra Santa en su entrada al pueblo. Junto a fray Francesco Patton, fray Salem Younis, guardián del santuario y el alcalde de Emaús, Hasanen Hammudah. Entre ellos existen, de hecho, muy buenas relaciones, como demuestra la reciente visita del Custodio al pueblo.
Durante la misa se proclamaba el Evangelio que da origen a la solemnidad. El núcleo de la historia que se destaca es el momento en el que los discípulos reconocen a Jesús al partir el pan, imagen que también está representada en la iglesia de Emaús. «Al tomar el pan, reconocieron a Jesús – decía fray Nerwan en la homilía -. Es el momento de la eucaristía, cuando el sacerdote reza sobre el pan y el vino: allí está la presencia real de Dios». Fray Nerwan explicaba a la multitud de fieles que el pasaje sobre los discípulos de Emaús representa la misa: la primera parte es la lectura de la palabra de Dios, la segunda es la celebración de la Eucaristía. «Este texto de Lucas todavía es actual. Jesús, de hecho, especifica el nombre de Cleofás pero no el del otro discípulo, que podría representar a cualquiera de nosotros, los fieles. Cada uno de nosotros puede por tanto caminar con Cleofás y encontrar a Jesús durante la eucaristía», afirmaba el fraile.
Como es tradición en este día, durante el ofertorio se llevaron al altar cestas de pan que el Custodio de Tierra Santa bendijo. Él mismo, al terminar la misa, distribuyó el pan a los asistentes, deseando a cada uno una feliz Pascua. En este momento simbólico de intercambio participaron también algunos habitantes de Emaús que no son cristianos, precisamente para testimoniar el clima de diálogo que se quiere fomentar. También el alcalde y sus colaboradores se pusieron en fila junto a los demás para recibir el pan bendecido.
El alcalde Hasanen Hammudah tenía palabras de sincero agradecimiento durante su breve encuentro con el Custodio, tras la misa: «Yo y los alcaldes de los pueblos vecinos os agradecemos vuestra presencia aquí hoy y el trabajo de los franciscanos». «Es hermoso estar aquí y compartir el pan bendito, porque compartir el pan es señal de familiaridad, de comunión con las personas y de mutua aceptación», respondía el Custodio.
Junto a la sede del seminario, hoy vacío, en el gran campo de futbol se habían instalado largas mesas, preparadas para centenares de personas, donde se sirvió un almuerzo.
Hala y Yara, de catorce años, son gemelas. Vienen de Ramala y comentan así esta jornada: «Estamos aquí con nuestra familia – dice Hala señalando a su madre y a su abuela – y venimos cada año. Venimos desde Ramala». Yara añade: «Nos gusta mucho esta peregrinación, tanto la misa como la comida, en este espléndido jardín».
Durante la oración de Vísperas que siguió después, tres frailes, fray Anjel, fray Wilder y fray Alexander, renovaron sus votos temporales. «Que, en este momento tan importante, dentro de vosotros surja el deseo de caminar siempre con el Señor, incluso en los momentos en los que, como los discípulos de Emaús, no entendáis el sentido de lo que sucede» - decía el Custodio fray Patton -. «En esos momentos dejaos instruir y educar por el Señor Jesús, para entrar en el misterio de su vida a través de su Palabra».
Beatrice Guarrera - Arianna Poletti