entre los muros del Santo Sepulcro los cantos de los greco-ortodoxos cuando los franciscanos entraban en procesión para la oración nocturna. Para la vigilia de los domingos de Cuaresma a las 11:40 de la noche la “iglesia de la Resurrección”, normalmente cerrada a esa hora, se llena de fieles. Así ocurrió el 11 de marzo, después de las Vísperas de la primera tarde con la procesión solemne, los latinos volvieron a recogerse en oración cerca de la medianoche, momento en el que empezaba el segundo domingo de Cuaresma. Presidía la liturgia el Custodio de Tierra Santa fray Francesco Patton, con la asistencia del vicario fray Dobromir Jasztal, del secretario de la Custodia fray David Grenier y del guardián del Santo Sepulcro fray Zacheusz Drazek.
En la capilla del Santísimo Sacramento se reunieron en oración frailes, religiosas, peregrinos. Con las mochilas aún a la espalda y los pies doloridos por la larga jornada en Jerusalén, un grupo de japoneses seguía la liturgia con el cuadernillo preparado por los franciscanos. “De cara a la alegría pascual, tras las huellas de Cristo, el Señor, seguimos el austero camino de la Santa Cuaresma”, decía el himno de la vigilia. Tras los salmos, se proclamaron las lecturas del Oficio y a continuación comenzó la procesión. Con velas, lentamente, se dio una vuelta en torno a Edículo con una parada ante la entrada de la tumba de Cristo. A los lados se asomaban los fieles de las otras confesiones cristianas, entre ellos las mujeres greco-ortodoxas, con la cabeza cubierta en señal de respeto.
Después, la procesión volvió a entrar en la capilla del Santísimo para la lectura del Evangelio de la resurrección. “¡No tengáis miedo! ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, elcrucificado? Ha resucitado. No está aquí. Mirad el sitio donde lo pusieron.”. Palabras de esperanza leídas en el mismo lugar en el que produjeron. Una vez comenzado el segundo domingo de Cuaresma, el camino hasta la Pascua es cada vez más corto.
Beatrice Guarrera
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