El aire penetrante de una mañana de enero en Jerusalén, gente que se apresura a subir a los autobuses y después la partida. Rezar un Padrenuestro es siemprela mejor forma de iniciar una peregrinación, tal como ha hecho fray Stephane con los parroquianos de San Salvador. El destino era uno de los más esperados del año: el río Jordán, en el día del bautismo de Jesús. Los frailes, las hermanas, los peregrinos, los parroquianos y los voluntarios de la Custodia han participado en gran número en la jornada de oración.
Un encuentro con las autoridades de Jericó ha abierto la jornada. El custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton estaba sentado entre el alcalde de Jericó y las autoridades reunidas en el convento franciscano local. En una mañana tibia y soleada, el encuentro tradicional y oficial se ha celebrado al aire libre, sobre el césped bien cuidado del convento. Fray Mario Hadchity, guardián de la hermandad de Jericó y director de la Terra Santa School ha tomado la palabra en primer lugar, seguido de las autoridades presentes. «Quiero darles las gracias por la cálida acogida a mí y a mis hermanos – ha dicho fray Francesco Patton – y aprovecho la ocasión para agradecer la extraordinaria cooperación con los frailes de Jericó y de la Custodia de Tierra Santa». El Custodio ha recordado que Jesús fue muchas veces a Jericó y que por tanto es un lugar importante para rezar por la paz, por los habitantes locales, por la prosperidad de la ciudad.
La peregrinación del 8 de enero cobró vida cuando los autobuses llegaron a las orillas del Jordán para la misa solemne. Cerca del río, hay varias zonas precintadas por la presencia de minas. Allí donde es posible caminar con seguridad, una larga procesión desfiló hasta la extensa área preparada para la liturgia. En el lugar donde Jesús fue bautizado por Juan el Bautista y en el que una voz desde el cielo le señaló como el Elegido, centenares de personas se hallaban presentes para recordar el acontecimiento. «En esta celebración vosotros los padres habéis traído a vuestros hijos a recibir el bautismo, a recibir el regalo de convertirse en hijos de Dios a través del Espíritu Santo. Os deseo que seáis capaces de educar a estos niños como hijos de Dios», comenzó fray Francesco Patton, ya que estaban previstos dos bautizos. Tras cantar en árabe el Evangelio, fray Mario Hadchity pronunció la homilía. Después, con agua del rio Jordán, entre la emoción de los fieles, fueron bautizados por el Custodio los pequeños George y Lucas. «Gracias padre Custodio, hoy tenemos dos nuevos hijos de la Iglesia», expresó fray Mario seguido por un fuerte aplauso de alegría.
Tras las huellas de Jesús, después de más de doscientos años, en el día del Bautismo de Jesús, llegamos también al monasterio greco-ortodoxo de la Cuarentena. Reconocido durante siglos como el lugar donde se hallaba el monte de las tentaciones de Jesús, tras haber sido abandonado durante años, ha vuelto a estar activo desde finales de 1800. Los fieles han recorrido el difícil sendero que conduce hasta el monasterio construido en la roca, ante el cual se ha proclamado el Evangelio de las tentaciones. A continuación ha llegado el momento de la visita, de la oración personal, del recogimiento. En ese paisaje desértico, ante aquel panorama extraordinario, Jesús fue tentado por el diablo, según la tradición. Y para un cristiano la riqueza más grande que puede ofrecer la Tierra Santa es caminar sobre aquella tierra, descubrir esos lugares donde Jesús vivió. Significa acercarse más a Jesús, hombre como nosotros.
Beatrice Guarrera
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