sin ninguna culpa aquellos que el rey Herodes hizo asesinar en tiempos de Jesús por miedo a ser destronado. La masacre de todos los hijos varones menores de dos años, recogida en el Evangelio de Mateo, se recuerda en la solemnidad de los Santos Inocentes que la Custodia de Tierra Santa celebra cada año en Belén. En la ciudad de la matanza, allí donde el ángel se apareció en sueños a San José sugiriéndole escapar de Herodes con Jesús y María, una gruta recuerda a los Santos Inocentes. Precisamente en esa gruta ha tenido lugar la misa para celebrar esta fiesta, presidida por el vicario de la Custodia de Tierra Santa, fray Dobromir Jasztal. Junto con otros frailes de la Custodia y también fray Artemio Vitores, guardián de la fraternidad de Belén.
«Celebrar la fiesta de los Santos Inocentes tan cerca de la santa Navidad es fruto de una tradición de la Iglesia que ha querido situar a las víctimas inocentes entre los compañeros de Cristo para rodear la cuna del Niño Jesús de niños pequeños, vestidos con la candidez de la inocencia, mártires, que dan testimonio con su sangre de su pertenencia a Cristo» Así lo ha expresado fray Dobromir en la homilía de la misa. Según el fraile, aunque hay quien sostiene que este suceso no tiene fundamento histórico, el episodio debe considerarse teniendo en cuenta dos hechos: la crueldad de Herodes, atestiguada por varias fuentes, que haría posible esta acción, y los cálculos de un biblista histórico que indica el número de niños asesinados. Probablemente fueron una veintena de Belén y otros tantos procedentes de lugares cercanos.
«La matanza de los inocentes nos revela con cuánta fuerza el mal puede llenar el corazón de un hombre cuando está cegado por el egoísmo y el orgullo», ha afirmado el vicario custodial. El sentido de celebrar esta festividad se hace evidente cuando lo referimos a nuestra época. Así lo ha hecho en la homilía fray Dobromir: «En nuestros tiempos, esta masacre adquiere un significado especial porque estos niños asesinados por Herodes representan a los millones de niños nacidos y asesinados en el transcurso de tantos conflictos en todo el mundo, ante nuestros ojos». Entre los fieles apiñados en la gruta, el pensamiento rápidamente se ha dirigido a las imágenes de la guerra de las últimas semanas, reproducidas por todos los medios de comunicación. «La suerte de los santos inocentes – ha continuado el vicario – presagia también las enormes matanzas de niños no nacidos y sin embargo condenados a muerte por las empresas y gobiernos de muchos países con leyes que permiten el aborto como un derecho humano».
Cantos como “Adeste Fideles” y “Tú desciendes de las estrellas” han acompañado la celebración, manteniendo aún vivo el espíritu de la Navidad recién trascurrida. La esperanza es tener la gracia de cumplir lo que ha recordado fray Dobromir: «El que acoge a Jesús nacido en Belén ya tiene fe, quien después testimonia con su vida a aquel que es camino, verdad y vida, vive en plenitud la fe».
Beatrice Guarrera
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