El último adiós a Shibly, que amaba a Dios y a la Iglesia

El último adiós a Shibly, que amaba a Dios y a la Iglesia

Los frailes de la Custodia de Tierra Santa, junto con amigos y fieles, se reunieron en torno a la familia de Shibly Abu Sada para dar el último adiós a quien fue uno de los colaboradores históricos de la Custodia. Shibly fue “un regalo del Señor y una persona especial”, dijo el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton que, el 15 de octubre, presidió las exequias en la iglesia de Santiago en Beit Hanina (Jerusalén).

Estuvieron presentes el Patriarca Latino de Jerusalén, cardenal Pierbattista Pizzaballa, el obispo greco-católico, monseñor Yasser Hayash, muchos frailes y colaboradores de la Custodia, varios sacerdotes tanto de rito latino como melquita. La celebración, que según el rito local se celebró con el féretro abierto, fue un momento intenso de oración, el dolor abrazado por el canto.

Dios y los frailes

Shibly, que habría cumplido 59 años a finales de octubre, llegó a San Salvador cuando solo tenía cinco y fue acogido en el orfanato de los frailes. El director, fray Sante Nuccio, fue para él un segundo padre. Fue él quien le animó a formar una familia y lo apoyó dándole un pequeño apartamento de la Custodia. “Mi corazón está lleno de gratitud”, decía Shibly en una entrevista hace cinco años en TV2000. “Estoy agradecido a los frailes, sobre todo porque me hicieron conocer a Dios, y luego porque, sin ellos, nadie se habría ocupado de mí”.

El agradecimiento de Shibly hacia los franciscanos le llevó a servir con todas sus fuerzas a la Custodia de Tierra Santa, realizando diferentes funciones: en la cocina, en el servicio postal y, en los últimos años, como conductor del Custodio. Pero, sobre todo, durante más de 25 años fue uno de los kawas, una especie de “escolta” del Custodio de Tierra Santa, con la misión de abrir el paso durante las procesiones. Además del uniforme característico, herencia otomana, los kawas llevan un bastón con el que golpean el suelo para anunciar el paso de una persona importante. Esto enorgullecía a Shibly, porque “de esta forma hacemos ver y sentir que todavía hay cristianos en esta tierra”.

Amaba su trabajo, amaba a los frailes, amaba a la Iglesia

Shibly “supo vivir con fe y agradecimiento toda su vida”, afirmó el Custodio en su homilía. “Yo mismo, si puedo celebrar por él esta tarde, es porque él me enseñó a celebrar la misa en árabe. Mientras me acompañaba de un sitio a otro – es uno de los recuerdos que el Custodio compartió – yo intentaba leer las partes de la misa y él me corregía la pronunciación con paciencia”.

Amaba su trabajo, amaba a los frailes, amaba a la Iglesia”, recordaba el Patriarca Latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, que conoció a Shibly cuando era un joven fraile y lo tuvo a su servicio como Custodio. “Siempre estaba disponible, era alegre y un hombre de oración. Era fácil verlo rezando, siempre buscaba un momento para orar. Era verdaderamente un creyente”.

Para Shibly, ha terminado la peregrinación terrenal. “Con su uniforme de kawas – concluyó el Custodio – ahora acompaña al Señor en la luz de la Jerusalén celestial. Ahora puede alegrarse en el cielo junto con sus seres queridos, puede interceder por su familia y también por nosotros, los frailes de la Custodia, y puede pedir al Señor el don de la paz para la Tierra Santa”.

Marinella Bandini