Una escuela de órgano en Líbano al servicio de la liturgia | Custodia Terrae Sanctae

Una escuela de órgano en Líbano al servicio de la liturgia

El órgano de tubos es el rey de los instrumentos musicales, el más grande, el que en las iglesias tiene la función de acompañar con solemnidad las liturgias. Por eso, la Custodia de Tierra Santa, activa desde siempre en el ámbito de la educación musical, presta una atención especial a la enseñanza de este instrumento, especialmente dentro del instituto Magnificat de Jerusalén. En Líbano, por otra parte, la Custodia de Tierra Santa apoya al curso de órgano organizado por la escuela de música de la Notre Dame University, que el pasado 28 de junio vio cómo los primeros alumnos – los primeros en la historia del Líbano – realizaban su examen de grado, cuatro años después de su institución.

“Nuestro objetivo – explica fray Riccardo Ceriani, delegado del Custodio de Tierra Santa para la Música – es formar organistas y maestros de órgano, de forma que se promueva la enseñanza de este instrumento donde no existe y así se pueda disponer de organistas para el servicio de nuestras iglesias y nuestras corales. Los primeros frutos los recogeremos pronto en Siria: gracias a un acuerdo con la Custodia, dos profesores del Higher Institute of Music de Damasco han asistido a nuestro curso de perfeccionamiento en Líbano y ahora podrá retomarse la enseñanza del órgano en Siria. Además, toda la sociedad civil se beneficia, a través del aumento de la sensibilidad y del repertorio musical vinculado al órgano, como pone de manifiesto el éxito del Terra Sancta Organ Festival en Líbano, Siria y todos los demás países donde la Custodia está presente y donde se celebra”.

El artífice de este proyecto en Líbano es el padre Khalil Rhame, monje maronita, director de la Escuela de Música de la Notre Dame University.
“Este proyecto no habría sido posible sin la colaboración del Instituto Italiano de Cultura de Beirut (IICB). No se trata solo del apoyo económico, sino también de compartir nuestra misión: ha sido el IICB, a invitación nuestra, quién ha identificado y solicitado la participación del maestro Prontera, y esta colaboración ha continuado con todos los directores que le han sucedido. Mi sueño es que en un futuro próximo las parroquias e iglesias principales tengan organistas residentes, y que eso se traduzca en puestos de trabajo, como ocurre en Alemania, Estados Unidos y otros países”.

“Hay otro aspecto que no debe ser infravalorado – señala fray Ricardo - : los órganos de tubos son costosísimos. Desgraciadamente, también son delicados y, si no se tocan y se cuidan, se estropean fácilmente y pierden su valor, salvo que sean restaurados, lo que supone costes importantes. Por tanto, junto a la dimensión litúrgica y musical, hay que ser conscientes de que la práctica organística beneficia también el patrimonio mobiliario de nuestras iglesias”.

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