Corpus Christi: solemnidad en el Santo Sepulcro | Custodia Terrae Sanctae

Corpus Christi: solemnidad en el Santo Sepulcro

Después de la anulación de las normas locales anti-covid del 1 de junio, la Custodia de Tierra Santa, los religiosos y la iglesia local celebraron la solemnidad del Corpus Christi (o “Corpus Domini”) el miércoles 2 y el jueves 3 de junio en la basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén.

Fieles a la tradición, las celebraciones comenzaron el miércoles 2 de junio con la entrada solemne del Patriarca Latino de Jerusalén, Su Beatitud Pierbattista Pizzaballa. Inmediatamente después del Patriarca y los seminaristas, los sacerdotes del Patriarcado, los frailes de la Custodia, junto con los religiosos y los pocos peregrinos y fieles locales reunidos, celebraron las primeras vísperas de la solemnidad ante el edículo del Santo Sepulcro.

Tras las Vísperas, todos los asistentes participaron en la procesión solemne de los frailes franciscanos por los lugares santos dentro de la basílica, para finalizar con las completas. 

Como prevé la liturgia de las celebraciones dominicales de Cuaresma, durante la noche se celebró el oficio de la Vigilia presidido por el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, frente al edículo de la tumba vacía.

Al día siguiente, tras una nueva entrada al Santo Sepulcro, el Patriarca presidió los Laudes y la misa solemne. Entre esos dos momentos, S.E. monseñor Giacinto-Boulos Marcuzzo, obispo emérito del Patriarcado Latino de Jerusalén, invitó a recordar en la oración a los sacerdotes que celebran su jubileo de ordenación sacerdotal.  “En la solemnidad de hoy leemos el mismo Evangelio que la Iglesia proclama la noche del Jueves Santo”, dijo Su Beatitud Pizzaballa durante su homilía. “También en nuestros días, en los que lo inmediato y el “aquí y ahora” son aparentemente una conquista social, la Eucaristía sigue siendo un misterio que necesita tiempo, aceptación y comprensión”. Después del comentario al pasaje evangélico, se detuvo en la primera lectura y en la experiencia de los discípulos que realizan y escuchan lo que dice Jesús, confiando totalmente, aunque no tuvieran recursos para comprender. “Que el misterio que celebramos en el altar sea realmente para todos nosotros un estilo de vida, un continuo entregarse, gratuito y libre”, concluyó Pizzaballa, invitando a la oración por los sacerdotes que se encuentran en un momento de especial esfuerzo y por la Iglesia local, “dividida y herida por el odio y el rencor”. Ante ese odio y rencor, la Eucaristía debe convertirse para nosotros en la fuente de la que surge la fuerza del testimonio de amor y encuentro, a pesar de todo”.

Instituida en 1247, la solemnidad del Corpus Christi se creó para enfatizar y celebrar la presencia real de Cristo en la Eucaristía después del recuerdo del Jueves Santo. Al igual que la celebración del Descubrimiento de la Santa Cruz, estas solemnidades ayudan a acercarse de modo aún más profundo al misterio de la Pasión y Muerte de Jesucristo, centrando la atención, en esta ocasión, en la Eucaristía.  Precisamente después de la Pascua, nos dicen estas celebraciones, es cuando es posible meditar profundamente sobre los misterios que se celebran en tres días en el Triduo.

En Tierra Santa la celebración es doble: la del Sepulcro mantiene la tradición original y se celebra el jueves. La del convento de San Francisco en el Cenáculo, en cambio, tiene lugar el domingo siguiente y está presidida por el Custodio de Tierra Santa.

 

Giovanni Malaspina