Después de diez meses de obras, la pequeña construcción que cubre el punto GPS donde se encuentra la tumba de Jesús, llamada Edículo, se ha librado de las vigas de acero instaladas por los británicos en 1947.
La semana pasada, en las noches del 22 al 25 de febrero, los operarios de la Universidad técnica de Atenas quitaron al edificio sus “muletas”. Estaban presentes desde 1947, instaladas por la potencia entonces al mando, para sostener la construcción que amenazaba con derrumbarse.
Para esta ocasión, el equipo dirigido por la profesora Moropoulou, había hecho traer desde Grecia una máquina de alto rendimiento. El martes 21, se realizó una demostración delante de las cámaras: la máquina cortó el acero a una velocidad impresionante gracias a un haz de luz. Sin embargo, puede que debido al número de vigas o a la solidez del acero de Bengala, la máquina no fue capaz de terminar el trabajo, que se finalizó de la forma tradicional con sierras y usando muchas hojas que se gastaron rápidamente entre las vigas.
Construido en 1801, después del incendio de 1808 que destruyó la estructura anterior, el edículo fue dañado, más tarde, por un fuerte terremoto en 1927. En esa época, las Iglesias no llegaron a un acuerdo para su restauración. Entonces los británicos, algunos meses antes de terminar su mandato sobre Palestina, prefirieron rodear de hierro el edificio para impedir que se derrumbara sobre sí mismo.
Setenta años después – gracias a un acuerdo entre las iglesias greco-ortodoxa, latina, representada por los franciscanos de la Custodia y armenia apostólica y como continuación de las obras iniciadas en mayo de 2016 – el edículo ha sido objeto de una restauración estructural de forma que ahora puede sostenerse sin estructura externa.
Los ojos de los habituales aún no se han acostumbrado a un edículo tan desprotegido. De momento, los andamios continúan escondiendo a la vista de los peregrinos y de los turistas este importante cambio. A los equipos que trabajan en el lugar les queda menos de un mes para completar la restauración. El techo del edificio requiere todavía mucho trabajo así como el ajuste final del nuevo sistema de ventilación. También hará falta proceder a la limpieza necesaria para retirar todo el polvo que se ha levantado en la basílica.
Menos de un mes por tanto, hasta la celebración ecuménica con motivo del final de las obras, prevista el 22 de marzo a las 10.
Después, las Iglesias decidirán cómo y cuándo programar la continuación de las intervenciones. De hecho, según la profesora Moropoulou, todo el trabajo realizado pasará a ser permanente al suprimir la causa residual que provoca la fragilidad del conjunto: la humedad del suelo que rodea el edículo. Otra fase de las obras que, según ella, requerirá otros diez meses de trabajo y aproximadamente seis millones de euros adicionales.
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