Felicitación del Custodio - NAVIDAD 2017 | Custodia Terrae Sanctae

Felicitación del Custodio - NAVIDAD 2017

Durante los trabajos de restauración de la Basílica de la Natividad en Belén, salieron a la luz varios mosaicos de gran belleza. En particular, fue encontrado un ángel, el séptimo de una procesión de ángeles, todos en camino hacia la Gruta en la que nació el Niño Jesús, y hacia el pesebre donde María lo ha colocado después de haberlo envuelto en pañales.

El gesto, con el cual han sido representados los siete ángeles, tiene el fin de mostrar el camino para llegar hasta la Gruta y el pesebre en el que el Hijo de Dios sonrió y lloró con la cara de un niño real, mostrando el rostro de Dios en el de un niño y comenzando a salvarnos a través de la aparente y frágil impotencia de un infante.

Este extraordinario acontecimiento es la Navidad. Es un evento que se despliega ante nosotros, en primer lugar, como un regalo que tiene que ser acogido: un don de salvación que puede cambiar nuestras vidas y nuestra historia, no obstante que los eventos de la vida cotidiana y de la experiencia personal pretendan demostrar lo contrario.



En Belén, dentro de aquella Gruta, cada uno de nosotros se pregunta, ¿de qué podría salvarnos un bebé envuelto en pañales y acostado en un pesebre?
• ¡Un niño en pañales en un pesebre puede salvarnos de vivir una vida retorcida y atiborrada de preocupaciones! ¡Porque el llanto de ese niño nos obliga a olvidar un poco nuestras lágrimas! ¡Porque el hambre de ese infante nos constriñe a preocuparnos menos de nuestras carencias! ¡Porque la necesidad de cuidado y atención, nos exige a no ponernos muy a menudo en el centro del universo y nos educa para amar!
• ¡Un niño en pañales en un pesebre puede salvarnos de nuestra presunción, prepotencia y orgullo, del deseo de confiar en nosotros a toda costa! Él parece indefenso y desarma el corazón, es incapaz de distinguir a los ricos de los pobres, al débil del poderoso, al grande del pequeño. Nos indica que ante él todos somos iguales y nos hace sentir pequeños a nosotros mismos. ¡Nos obliga a aprender su lenguaje y a volver a ser niños, recordando las palabras y los gestos simples de cuando éramos pequeños, sin trampas, sin hipocresías y sin falsas astucias!
• ¡Un niño en pañales en un pesebre nos puede salvar de una vida distorsionada! Él no distingue el valor del dinero, ni siquiera sabe lo que es una tarjeta de crédito; no necesita un smartphone, ni internet ni facebook para comunicarse, ¡simplemente pide leche materna, la calidez del contacto humano, la cercanía y el cuidado de alguien!
• ¡Un niño en pañales en un pesebre nos puede salvar del pesimismo, de la desconfianza y del miedo a la muerte, ya que pone ante nuestros ojos el misterio y el milagro de la vida, y cuando sonríe, se convierte en la viva imagen de la felicidad, nos hace olvidar cualquier incomodidad, toda angustia y todo mal!

¡En ese niño, que se llama Jesús, late el mismísimo corazón de Dios! Ese niño, Jesús, es el autor de la vida misma, que llegó a vivir nuestras vidas para darnos la suya y finalmente marcar el comienzo de la vida de Dios.
Con los brazos abiertos, el Niño de Belén se ofrece y se entrega a nosotros, capaz de dar la sonrisa más hermosa. Pero al mismo tiempo, se presenta frágil, indefenso y necesitado de todo.
Todos nosotros también estamos llamados a abrir los brazos para dar la bienvenida y para donar con el corazón alegre y generoso de Francisco de Asís.
Que cada uno de nosotros, en esta santa Navidad, sepa abrir los brazos para acoger con generosa ternura al Niño de Belén y a todos aquellos pequeños en los que hoy se hace presente.
Que todos y cada uno de nosotros abra sus propias manos, como gesto de gracia hacia los necesitados, y hacia todas aquellas criaturas que encontraremos a lo largo de nuestro viaje.

¡Feliz Navidad desde la Gruta de Belén!
¡Feliz Navidad desde el pesebre de Belén!
¡Feliz Navidad desde el lugar donde comenzó el don de Dios y de nuestra salvación!
¡Feliz Navidad para todos y cada uno de vosotros, vuestras familias y comunidades!

Fr. Francesco Patton OFM
Custodio de Tierra Santa