Galilea, la fraternidad que vence el miedo

Galilea, la fraternidad que vence el miedo

Más de 30 frailes de la Custodia de Tierra Santa viven en los nueve conventos de Galilea (región al norte de Israel, cerca de la frontera con Líbano), desde Haifa y Acre, hasta Cafarnaúm, Tabga y Magdala, en el lago de Galilea, pasando por Nazaret, Caná y Mujeidel, y subiendo hasta el Monte Tabor. Desde hace unas semanas, los frailes se enfrentan la intensificación de los lanzamientos de misiles desde el Líbano. “Desde hace un año convivimos con misiles y sirenas, pero desde que se abrió el frente con el Líbano, los disparos se han intensificado y los misiles se acercan más”, cuenta fray Fábio Inácio Borges, guardián de Cafarnaúm. “En la comunidad nos apoyamos unos a otros, rezamos juntos”, explica fray Wohciech Boloz, guardián de Nazaret. “Lo más pesado de soportar es la soledad y la sensación de abandono. En este sentido, ha sido muy importante la visita fraternal del Custodio a nuestros conventos en los últimos días”.

En el Lago de Galilea

En los conventos que se asoman al lago de Galilea viven una decena de frailes. Algunos misiles cayeron cerca, pero ningún convento sufrió daños directos. “Vemos subir el humo, a veces incluso las llamas de los incendios”, cuenta fray Fabio, de Cafarnaúm. Lo que más salta a la vista es la casi total ausencia de peregrinos: “antes de la guerra llegaban tres o cuatro mil personas al día, ahora menos de dos mil al mes, y las visitas son muy breves”. No obstante, todos los santuarios permanecen abiertos y los frailes se ocupan de su mantenimiento habitual.

El tiempo está marcado por la oración y el ritmo de la vida comunitaria, “lo único que no ha cambiado nunca”.  Es más, “ahora tenemos más oportunidades para estar juntos, algo difícil cuando hay tantos peregrinos que acoger”. Hay más tiempo para la lectura, la oración y la meditación personal. “Sentimos la tensión, pero al mismo tiempo experimentamos una tranquilidad interior. Confiamos en que el Señor está cerca y vela por nuestro camino”.

Frente al mar

Fray Raffaele Caputo, de Acre, habla de “días difíciles” desde que comenzó la ofensiva israelí en Líbano. Muchos misiles son interceptados sobre la ciudad. “Hemos trasladado la misa dominical de San Juan, que se encuentra en las murallas de Acre, muy expuesta, a San Francisco, la iglesia de nuestro convento, en el interior de la ciudad vieja, mucho más protegida”. Con fray Arturo, su hermano, “intentamos apoyarnos y ser fieles a la regla. Celebramos juntos la misa y rezamos la liturgia de las horas”.

Unas 200/250 personas pertenecen a la parroquia franciscana. “Intento estar lo más cerca posible de ellos, incluso a través de la tecnología. Cuando veo las alertas, trato de ponerme en contacto con quienes están en peligro en ese momento para llevarles una palabra de consuelo”. La vida social está prácticamente paralizada: “el zoco está vacío, las tiendas cerradas, la gente está en casa y no se sabe cuándo se podrá reabrir”. En este momento, no hacen falta cosas concretas, todos necesitamos paz”. Fray Raffaele está en Tierra Santa desde 1966 y ha pasado por muchos momentos críticos. 

“Lo importante es estar contentos con lo que el Señor nos da y tener fe en la providencia. Cada día rogamos al Señor que traiga la paz a nuestra amada Tierra Santa, y esperamos la bondad del Señor. La providencia nunca abandona a nadie”.

Casa y escuela

Fray Elías Badie y fray Usama Bahbah forman la pequeña comunidad de Haifa y son los responsables de las escuelas Terra Santa de Galilea: Acre, Nazaret y Haifa. Fray Elías no lo oculta: “La situación es difícil. Las escuelas están cerradas, damos clase online, pero no sabemos cuándo podremos volver a las presenciales. Además, en nuestras escuelas no tenemos búnkeres, porque todos los edificios son antiguos, construidos a mediados del siglo XVII, y no cumplen con los estándares requeridos en la actualidad. Esto será un problema que habrá que abordar en el futuro.

Fray Elías confiesa que “muchos jóvenes no ven posibilidades aquí y están madurando la idea de abandonar el país. También han aumentado los problemas en las familias”, debido al estrés psicológico provocado por la guerra. “En las farmacias se han agotado los productos contra la ansiedad y el estrés” dice fray Elías, y comparte su preocupación: “He visto el miedo de los niños cuando suenan las sirenas. Desde el comienzo de la guerra, en los colegios hemos estado trabajando con varios psicólogos para darles apoyo. Pero el fruto de todo esto se verá en el futuro. Hoy vemos el miedo, pero lo que se siembra hoy – el miedo, los misiles, las sirenas - ¿qué aportará al futuro de nuestros hijos?”

Fray Elías y fray Usama intentan apoyarse mutuamente, siguiendo la regla franciscana. “En la oración encontramos fuerza y esperanza. Esta es la tierra del Señor, y siempre nos acompaña el pensamiento de que, aunque ahora vivamos momentos difíciles, los ojos del Señor están puestos en Su tierra. Esto nos da paz”.

A los pies de la Virgen

La comunidad de Nazaret, con trece frailes, es la más numerosa. “Tratamos de seguir nuestra regla de oración y vida comunitaria” explica fray Wojciech, que está en Tierra Santa desde el 2000 y en Nazaret desde hace dos años. “Intentamos estar en contacto con los demás frailes que están en Galilea. Aquí tenemos una comunidad grande, en los alrededores hay comunidades religiosas y muchos cristianos, así que podemos reunirnos, compartir y rezar juntos”.

No hay peregrinos, pero la vida del santuario y sobre todo la de la parroquia continúa de manera regular: dentro de poco retomaremos las catequesis, los cursos prematrimoniales y otros encuentros. “Nazaret no es un objetivo directo, pero con frecuencia se interceptan misiles sobre la ciudad y caen fragmentos. Hemos encontrado algunos incluso en la plaza frente al convento…  Por eso hemos tomado precauciones, por ejemplo, la procesión con antorchas del sábado por la noche se ha trasladado al interior de la basílica.  Los fieles locales “siguen viniendo al santuario, especialmente para la procesión y la adoración eucarística. Son momentos muy sentidos. La gente pone sus necesidades, sus esperanzas y sus deseos de paz a los pies de la Virgen”.

Marinella Bandini