Han pasado 800 años desde la llegada de los frailes a Oriente Medio y desde los inicios de esta aventura han cambiado muchas cosas. Sin embargo, no han cambiado el compromiso y la dedicación con los que, desde hace 800 años, los frailes custodian los santos lugares y trabajan a favor de la población local. Por eso, para entender lo que es la Custodia de Tierra Santa actualmente, hay que partir de ellos y de sus historias: vienen de todo el mundo, de países muy diferentes y cada uno de ellos tiene una misión específica.
Fray Matías Choi Chun Yuen es un joven fraile estudiante, originario de Hong Kong, que vive en el convento de San Salvador desde 2014. Hace tres años sus superiores le dijeron: “Necesitamos a un fraile que estudie la Biblia en el Studium Biblicum Franciscanum. ¿Quieres ser tú?” Y fray Matías decidió que sí y partió.
¿Por qué decidiste hacerte fraile?
Porque tras una peregrinación a Asís me surgió una pregunta en el corazón y en la mente: “¿Qué puedo hacer por Dios?”
Trabajé cuatro años como oficial de juzgado y vi muchas cosas buenas pero también muchas injusticias. El dinero no es eterno, me di cuenta. Tenía dinero y vivía bien, pero me decía que no podía tirar así mi vida. Esa peregrinación con los frailes franciscanos me emocionó y me convenció. Y pensar que fui a la peregrinación por casualidad… y, sin embargo, allí comenzó mi camino de discernimiento vocacional.
¿Cuál ha sido tu recorrido espiritual y cómo reaccionó tu familia?
Estudié en un colegio católico pero me bautizaron a los 21 años. Soy el primer católico de mi familia. Su religión era el budismo o el taoísmo.
China no recibe y no acepta a los cristianos porque tiene miedo a su influencia. Yo, sin embargo, estudié en Hong Kong, que no tiene las mismas normas que China ya que antes era colonia británica. Por eso, puedo llevar mi hábito de fraile y celebrar misa, mientras que en China no es posible.
Mi familia tenía muchas dudas sobre mi vocación porque, antes de hacerme fraile, tenía un buen trabajo. En aquella época, para explicarselo mejor, les escribía cartas. Escribía mis pensamientos sobre el trabajo, mi vida, sobre qué quería ser en el futuro. Pero ellos estaban preocupados. En concreto, mi padre estaba muy preocupado por mi vida, por qué haría en la vejez, sin mujer ni hijos. El, por su parte, había vivido una terrible experiencia solo en un hospital y eso le hacía temer por mí. Además, estaba el problema del apellido familiar, que no se iba a trasmitir en caso de que no tuviera hijos.
Finalmente, sin embargo, mi padre aceptó. Ahora la situación es muy buena porque mis padres se han convertido al catolicismo gracias a mi hermana pequeña, que también se ha hecho católica gracias a mí. Ella ha sido muy importante a la hora de hablar de Jesús a mis padres.
¿Cómo conociste la Custodia de Tierra Santa?
Siempre estuve interesado en Tierra Santa, porque la liturgia es preciosa. Tenía el sueño de venir al menos una vez en la vida y, en lugar de eso, un día mis superiores me preguntaron si estaría dispuesto a estudiar la Biblia en el Studium Biblicum Franciscanum. Finalmente, estoy aquí desde hace tres años.
¿Cuál es tu misión en Tierra Santa?
Estoy aquí para estudiar la Biblia, trabajo cada sábado en el Santo Sepulcro recibiendo confesiones, diciendo misa y también soy guía de peregrinos. Tras mis estudios, mi misión será convertirme en profesor del seminario.
¿Cómo combinas tu misión aquí con ser franciscano?
Hay dos personalidades que son un ejemplo para mí en la vida como franciscano y en mi misión en Tierra Santa: san Francisco y el beato Gabriel María Allegra. El primero porque me recuerda que la Palabra de Dios es tan importante que nos empuja a respetar a todos y nos acerca a cada criatura. El segundo, el beato Gabriel María Allegra, fue un importante misionero franciscano que amó mucho y vivió en Hong Kong, en el mismo convento donde estaba yo. Soy franciscano gracias a su ejemplo.
¿Qué es lo que impulsa tu misión y tu vida espiritual en Tierra Santa?
En esta Tierra que pisó Jesús, siento que tengo una relación más íntima con Él. Cuando voy andando a las clases en el Studium Biblicum Franciscanum tengo que pasar por la vía Dolorosa, y es algo realmente especial.
¿Vivir en Tierra Santa ha cambiado tu relación con la religión?
Sí. Mi corazón ahora es más abierto porque aquí me encuentro con musulmanes, judíos y personas con culturas diferentes. Todo aquí es muy distinto a lo que yo pensaba: son simpáticos y su cultura es muy bella. Mis horizontes se han ampliado.
¿Cuáles son los obstáculos que encuentras en tu camino como fraile?
En primer lugar, el idioma. El chino y el italiano son muy distintos, aunque ahora ya me va un poco mejor. En segundo lugar, ha sido difícil acostumbrarme a este tipo de fraternidad. En Hong Kong había 11 o 12 frailes, en su mayoría ancianos, y por eso hablaba sobre todo con ellos y no con gente de mi generación. Aquí en San Salvador, por el contrario, hay muchos jóvenes y se bromea mucho; todo es muy diferente para mí.
¿Algún mensaje para los jóvenes que están en discernimiento?
Que no tengan miedo, y que se acerquen a Jesús a través de la confesión.
N.S. - B.G.